Diálogo, diálogo y más diálogo
«En esto del ardor, los argentinos siempre irán un paso por delante. Allá, pocas cosas se hacen 'de cayetano' salvo que se sea un 'pecho frío'»
Después de 17 años, la Selección llegó a Valladolid, y como Julio César, vio y venció. Entremedias, un entrenamiento a puerta cerrada, paseo veloz hacia, ... y desde, el hotel de concentración y la firma de algún autógrafo en Villanubla ante, eso sí, las –convenientemente ubicadas– cámaras de la Real Federación Española de Fútbol. No hubo más interacción con la calle del, en teoría, equipo de todos. Pero así es el fútbol moderno: hermético.
No hace mucho, los entrenadores visitantes ofrecían una rueda de prensa antes del partido, varios jugadores firmaban pacientes cientos de autógrafos y toda la plantilla salía a pasear por los alrededores del hotel. No hace tanto, aunque ahora sea impensable. Y aún así, este deporte sigue levantando las mismas pasiones.
En esto del ardor, los argentinos siempre irán un paso por delante. Allá, pocas cosas se hacen 'de cayetano' salvo que se sea un 'pecho frío'. No hay más que verles ahora con la cuestión política todo tan 're-zarpado'. La vida hay que vivirla fuerte, 'carajo', aunque cueste y, en eso, son unos maestros. Aquí, poco a poco, vamos contagiándonos y el mismo cántico puede valer para una celebración futbolística o una concentración de protesta. La cosa es ponerle pasión porque ambas facetas –la balompédica y la política– acaban teniendo el mismo principio básico: los nuestros, los otros. No hay más.
También coinciden en la importancia de permanecer en la sombra y sonar poco en las quinielas, que se lo digan a Míchel (seguimos soñando con el banquillo del Bernabéu). O a la nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo, que tiene por delante la construcción de más puentes que el de Transportes. Por ahora anuncia «diálogo, diálogo y más diálogo». Que así sea.
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