Una, grande, cutre y peor
«Más de 50 años de progreso, tratando de restañar las heridas que el sátrapa causó a España, podrían revertirse a finales de mes»
Yo, que nací aquí, y que tan solo viví los estertores del franquismo, no puedo asumir sin desvelarme que el fascismo pueda regresar al Consejo ... de Ministros del país al que juré defender con mi vida en los años ochenta. Menos aún que esa ideología sea blanqueada al amparo de la normalidad democrática.
Allá Feijóo y la espuria legitimidad proporcional que otorga a los ultras hoy no, mañana sí. No pongo en tela de juicio el sistema, sino que apelo a sacar de la narcolepsia al elector aturdido. ¿De veras alguien cree, aplicando una dosis de empirismo histórico, que la ultraderecha es la solución a los problemas que nos aquejan, que el quijoterismo adulterado puede revertir las normas europeas que, indubitadamente, reportaron estabilidad, progreso y expectativas de futuro a la España que ahora pretenden demoler?
En un mitin, Abascal, el jefe de esa secta, dijo en Valladolid que el sin par García-Gallardo era un político cojonudo y tal. Es inquietante y desolador que el campo (aquejado de mil males endémicos) también vea en esta recreación paleta del Cid la solución a todos sus males.
Ese partido de logo moderno, pero de idénticas ideas a las del pasado, y amparado por las leyes que proveyeron la capacidad de decisión de los españoles produce inquietud. Franco nunca se fue, eso es evidente. Y hay que ver cómo la idea anidó en generaciones más recientes. La pérdida de derechos sociales, como la libertad de planificar tu vida, la expresión artística o la demolición de las autonomías alumbran el presente que aguarda a la vuelta de la esquina. Vox pretenderá carteras ministeriales de aleccionamiento, territorio y manipulación. Más de 50 años de progreso, tratando de restañar las heridas que el sátrapa causó a España, podrían revertirse a finales de mes.
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