Feijóo huele a muerto
«La juerga que esperaban en Génova se convirtió en un funeral, en el que una mano oculta movía al muerto bajo el ataúd para insuflarle vida aparente»
Ya no veremos a los herederos del franquismo sentados en el Consejo de Ministros, con Abascal como vicepresidente. Pareció que los vientos de cambio auparían ... a ese tipo a aquel sillón, pero los españoles tenemos muy reciente en nuestra memoria al dictador que inspiró la ideología que defiende Vox. La tendencia ultramontana que soplaba en Europa no anidó en nuestro país, y el pueblo reaccionó ante la amenaza de la pérdida de derechos que aplicaría una coalición conservadora tutelada por el jinete vasco.
Quien no debió de conciliar el sueño el domingo fue Alberto Núñez Feijóo. La demoscopia al unísono le otorgaba unos datos envidiables, así que la juerga que esperaban en Génova se convirtió en un funeral, en el que una mano oculta movía al muerto bajo el ataúd para insuflarle vida aparente. Una masa nada desdeñable coreaba «Ayuso, Ayuso, Ayuso» durante la comparecencia del aún líder del PP. Mal asunto.
Feijóo no es un tipo que desate pasiones precisamente y por quien te inmolarías; más bien, es una persona distante y fría que algunos han bautizado como «de liderazgo calmado, sereno y serio» en un intento por dotarlo de contenido. En el vídeo de sí mismo aparentaba ser un buen chico, paciente, responsable y tal. En esas promos siempre buscas sacar lo mejor de ti, aunque no tengas demasiado, porque se trata de vender. Pero hay algo en él que no acaba de encajar. Los bebés saben de esto un huevo. En los experimentos a los que les someten, siempre eligen las caras más agradables y fruncen el ceño ante lo contrario. A esas edades aplican un instinto natural, sin prejuicios; no así los votantes que, aun comportándose en ocasiones como niños malcriados, optan por aventuras que posteriormente les acarrea el castigo de tener que irse a la cama sin cenar.
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