Purgas y purgaciones
La aventura humana ·
«Incluso cuando marcamos la raya al lado del cabello ante el espejo purgamos a quien tenemos enfrente»A tolerancia cero a la tolerancia parece sonar el lema humano. Lo aplicaban los emperadores en la antigüedad, los nazis, Stalin y, en general, la ... cohorte de dictadores explícitos e implícitos que copan el poder. En realidad, se trata de aplacar los miedos propios condenando a quien salvaguarda cierto grado de conciencia, saludable o procelosa.
El presidente chino, Xi, depuró a su predecesor Hu, en público y sin miedo (ya) a la reprobación occidental, y sin dar explicaciones balsámicas ulteriores. Putin desmanteló la cúpula militar que obvió los intereses del sátrapa ruso en su guerra personal. Trump subvirtió el orden constitucional que juró, y la democracia más influyente aún no se ha recobrado de la autopurga.
No hay que retrotraerse al pasado rancio ni a montañas lejanas. El PSOE de Sánchez promovió y ahondó más en el arrinconamiento de Alfonso Guerra en la celebración del cuadragésimo aniversario de la victoria electoral del hedonista González, en la que quien fuese vicepresidente fue clave, también posteriormente. El propio Sánchez depuró a Adriana Lastra, en pro de su tambaleante supervivencia, como aplicó la misma cicuta contra su pope Iván Redondo.
La Iglesia cuenta con purgatorio propio, así que no resulta extraño la extensión del concepto. Feijóo no escapa de ese frenesí inverso y no movió un dedo para enviar a Mañueco a reflexionar a aquel delirante espacio sembrado de ajenjo, tras el pacto diabólico de este con Vox. Aunque dejó que corriese la absenta en ese lamentable pacto, porque nunca se sabe de qué humor uretral uno mismo tendrá que libar.
Incluso cuando marcamos la raya al lado del cabello ante el espejo purgamos a quien tenemos enfrente, sin ser plenamente conscientes de la purga a la realidad que estamos perpetrando.
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