Un planeta sin humanos

¿Sobra la especie humana en el planeta? La respuesta es obvia, sin embargo ¿por qué se empeña nuestra especie, con su explotación sin límite de la naturaleza, en trastocar el equilibrio del sistema ecológico planetario y de la biodiversidad? ¿Por qué se afana en desproteger catastróficamente la conservación de las especies animales y muestra una estúpida terquedad en alargar la moratoria para no enfrentarse a la evidencia del cambio climático? José Luis Sampedro nos lo ha avisado sabiamente: «Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe».

La amenaza latente no es que acabemos con la Naturaleza como sistema de vida, sino con nosotros mismos al despilfarrar y agotar los recursos naturales (animales y vegetales) de los que vivimos y vive nuestro mundo. La Naturaleza sobrevivirá con un nuevo ciclo geológico y biológico y producirá nuevas especies vivas diferentes a las que conocemos, y a la nuestra. Tal vez desapareceremos nosotros, nunca la Naturaleza de la que formamos parte indisoluble.

Somos conscientes de pertenecer a una especie animal que no quiere dejar de serlo, y que a fuerza de racionalismo puede transformarse en una especie o anti-especie cibernética o androide, pues no es posible considerar estrictamente como especie a algo que no es enteramente natural, sino que combina elementos, estructuras, órganos y funciones todos ellos artificiales.

La evolución de las especies es la historia de la Naturaleza, un relato sin fechas pero de continuismo y en ciertos casos de ruptura con grandes extinciones por causas no siempre naturales.