Peronización de Cataluña
«Tras la guerra civil española se popularizó en Cataluña la idea de que ellos eran la Europa de España»
JAVIER VEGA
Martes, 2 de julio 2019, 07:30
El bucle melancólico en que hoy está enmarañada Cataluña guarda un gran paralelismo con el que enmierdó Argentina hace 70 años... y aún sufre las ... consecuencias. Tras las guerras mundiales que hicieron prosperar a Argentina, se popularizó la idea de que Argentina era la Europa de América. Tras la guerra civil española, se popularizó en Cataluña la idea de que ellos eran la Europa de España. No han conseguido escapar del bucle, lo cual ha generado resentimiento y desprecio hacia sus vecinos. Esto ha hecho que entrasen, cada cual en su momento, en una espiral descendente que se ha resuelto en un nacionalismo tribal-identitario. Si alguna vez el cosmopolitismo de Buenos Aires y Barcelona permitió delirar sobre la condición europea de Argentina y Cataluña, ese nacionalismo las ha alejado de tal delirio definitivamente.
Hay una anécdota muy conocida de cuando Perón estaba exiliado en Madrid. Preguntado por el panorama político argentino vino a decir que en Argentina hay un tercio de liberales otro tercio de conservadores y el resto se sitúa a la izquierda. «¿Y los peronistas?», le preguntaron «Ah, no, peronistas somos todos». Hace 70 años el general Perón accedió a la presidencia de Argentina y los partidarios de Perón fundaron el partido justicialista; un movimiento nacional-sindicalista, muy en la línea del partido fundado por el franquismo (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista), con clara vocación de 'partido único', donde cabían todas las ideologías. Perón explicaba así su no-ideología: «En nuestro movimiento caben todos, no tenemos prejuicios porque así tienen que ser los movimientos populares, tenemos miembros de la extrema derecha y miembros de la extrema izquierda». El populismo es una apisonadora que plancha todos los matices para convertir en 'un solo pueblo' al 51% de su población. No hay que hacer gran esfuerzo para entender que 'un solo pueblo' es precisamente lo opuesto al cosmopolitismo que caracteriza la cultura europea.
Una mirada atenta al proceso electoral que se desarrolla en estos momentos en Argentina viene a confirmar el adagio de Perón: sigue habiendo tres grandes facciones pero 'todos' son peronistas, aunque no lo reconozcan. De hecho hay grandes posibilidades de que vuelva a ganar la lista del justicialismo. En la cultura política instalada en Argentina la ideología es secundaria; lo importante es la fortaleza del gobernante y eso es lo que subconscientemente buscan a la hora de votar. Argentina, que al filo de la II GM se perfilaba como tercera potencia económica mundial, no ha levantado cabeza. Y de ello le cabe la mayor responsabilidad al irredentismo nacionalista que les tiene sumidos en su bucle melancólico.
Pero entremos de una vez en Cataluña, sin abandonar el marco de interpretación argentino. Los independentistas formulan su voluntad de fundar una república; pero, por definición, la república es un régimen en el que la palabra 'pueblo' significa 'pluralidad'; la infinita variedad en el seno de una multitud cuya soberanía reside precisamente en dicha pluralidad y no en la unanimidad; en el buen entendimiento de que la esfera de lo público se constituye por el intercambio de opiniones entre iguales, y que dicho régimen desaparece en el momento en que todos los iguales se vuelven de la misma opinión. Es decir, la república es lo opuesto a 'un solo pueblo'. La república que Puigdemont tiene in mente es lo que los soviéticos llamaron 'República Popular', a su vez más próxima al nacional-socialismo que al ideal enunciado más arriba.
Veamos si no los objetivos recién anunciados para el 'procés' 2.0. El primero es ensanchar la base social, con el fin de hacer un referéndum inevitable. Ya el objetivo de 'ensanchar la base' se apunta descaradamente al proselitismo, con el señuelo de políticas sociales que beneficien no solo a los independentistas sino a los unionistas, a fin de 'penetrar sectores sociales poco afines, haciendo trabajo de calle'. Pero es que el referéndum es el instrumento favorito del populismo porque permite la manipulación del pueblo hasta el final, provocando el sentimiento de ser 'un solo pueblo'. Los otros dos objetivos anunciados son herramientas destinadas a forzar el referéndum: «mantener el pulso al Estado español, desestabilizándolo de forma sistemática, hasta lograr que la intransigencia española constituya un problema insalvable para la Unión Europea, y sea esta la que fuerce a España a convocar dicho referéndum»; finalmente, «seguir la vía unilateral mediante iniciativas de los políticos, iniciativas de la gente e iniciativas conjuntas». El 'procés' 2.0 no pretende formar una república sino llevar a cabo una revolución. Y no una revolución a la americana, que derivó en lo que hoy es Estados Unidos, sino una revolución populista con los mismos medios y fines del justicialismo que derivó en el peronismo.
Si esto les suena a fascismo es porque esencialmente lo es. Lo fue el justicialismo y lo es el nacional-catolicismo carlista de la dupla Puigdemont-Torra. Pudiera ser que este objetivo no lo comparta ERC; en todo caso, el objetivo de Puigdemont es transparente: la peronización de Cataluña. Perdonen mi insistencia en que se trata de una república-ficción, una mentira que quieren hacer realidad. Uno no se imagina cómo podrían conseguirlo, de ahí que hable de bucle melancólico.
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