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Mateo Seoane, hijo de Isidro (propietario lucense) y María Sobral (hija de expósito), nació en Valladolid en 1791. Estudió en la Universidad Literaria de Valladolid, ... Sociedad de Amigos y Academia de la Concepción. Cursó Medicina en Salamanca. Fue médico en Rueda, donde nació su hijo Juan Antonio, Marqués de Seoane. Murió en Madrid en 1870, llorado como ejemplo cívico.
Fue un joven afrancesado y antiabsolutista. En el Trienio Liberal entró en la Sociedad de los Comuneros y fue diputado liberal por Valladolid. Fernando VII lo persiguió y condenó a muerte por desmentir su falsa gota y apoyar su incapacitación. Se exilió entre 1823-34, pasó por Tánger, Gibraltar, Irlanda, Francia y Londres.
Amnistiado al morir Fernando VII, se presentó de nuevo a elecciones en Valladolid en 1836, pero no fue elegido. Los estudiantes lo aclamaron por criticar apaños electorales, pedir el voto ciudadano, apoyar la prensa progresista, promover el proyecto ilustrado del Canal de Castilla y condenar a obispos absolutistas.
Tras la epidemia europea de cólera de 1831, Cea Bermúdez lo incluyó en la sanidad española como corresponsal en la Junta de Medicina de Londres. Desde allí publicó instrucciones e informes de la epidemia. En 1834 volvió a España e intervino en el cólera, hasta poner su vida en peligro.
Desde 1854 se alejó del progresismo. Protestó la caída de Espartero, salió del Consejo de Instrucción Pública, y no quiso ser médico de cámara de Isabel II. No fue nombrado senador. Al curar a O'Donnell, a petición de Cánovas, le hicieron regidor de Madrid. En el Sexenio fue leal a Amadeo I.
Desde 1834, su obra intelectual y profesional fundamentó la Sanidad Pública y sembró los valores de nuestro Estado de Bienestar. Perteneció a la generación de médicos de honda sensibilidad social en el XIX. Primero emancipó la sanidad de la beneficencia de la que dependía. Desarrolló algunos precedentes básicos para cimentar el sistema sanitario público español.
Aparecieron estos principios en tres proyectos de Ley de Sanidad en los que intervino y en un proyecto de Código Sanitario que redactó. En particular los aplicó en la Ley General de Sanidad de 1855, vigente hasta 1986; fue en ello muy tenaz y molestó a sus amigos del exilio (Antonio Balboa y Álvarez Mendizábal). Decidió que la Dirección General de Sanidad y su Consejo en el Ministerio de Gobernación gestionaran la Sanidad Pública. Verdadero precursor del higienismo y la prevención sanitaria que luego demandó el movimiento obrero e inició la Comisión de Reformas Sociales de 1883.
Reforzó la figura del médico en el Ayuntamiento, cuando era necesaria la salud pública en las nuevas trazas y ensanches urbanos. Orientó recursos benéficos desamortizados a costear la sanidad municipal. Como médico de la Junta de Beneficencia incluyó en la Ley de Beneficencia juntas parroquiales para la hospitalidad domiciliaria. La asistencia domiciliar de los pobres la encomendó a los médicos del Ayuntamiento, de donde nació después la Asistencia Pública Domiciliaria. Estableció Juntas Municipales de Sanidad y la Comisión Permanente de Salubridad. Fijó (con Méndez Álvaro y Felipe Monlau) los inspectores municipales de Salud Pública en las ciudades. Estimuló la valoración social de los médicos rurales. En 1863 dio completa jurisdicción sobre los cementerios a los Ayuntamientos.
Mejoró la enseñanza de la Sanidad Pública. En varias comisiones reformó titulaciones médicas y encargó su formación universitaria a Instrucción Pública. Introdujo en las Facultades de Medicina la estadística y el cálculo de probabilidades como parte de la Higiene Pública. Creó el plan de la Escuela de Sanidad en el Hospital militar de Madrid. Ante 35 titulaciones sin formación reglada que había en España, exigió al sanitario ser un experto en higiene y medicina con instrucción pública, acceso por oposición, responsabilidad profesional y remuneración por servicio.
Alcanzó prestigio y éxito en España y en el exilio. Fue miembro destacado de Real Academia Española, Real Academia de Ciencias, Sociedad Económica de Amigos del País, Real Colegio de Sordomudos y Ciegos, Sociedad de Educación Popular y Sociedades Económicas de Cervera y Jerez.
Sabía griego, latín, francés, inglés y árabe. En el exterior impartió clases a emigrados en el Ateneo español de Londres. Perteneció y escribió en el Instituto General Médico inglés, la Sociedad Médico-Quirúrgica y el sistema hospitalario londinense. Colaboró en Academias de Ciencias de Berlín y Dresde, Médico-Quirúrgicas de Brujas, Edimburgo y Bruselas y en la Academia de Medicina de París.
Seoane escribió también literatura, pero se incendiaron muchos textos originales. Exaltó a los exaltados, cantó a los libertadores de la Patria y alabó a vencedores anticarlistas. Publicó sobre plan de estudios médicos, ejercicio de la medicina, propagación de cólera indiano, principios de higiene pública, estadística médica, ciencias exactas y naturales para medicina. Colaboró en Revistas de Sanidad, Boletín de Medicina y Farmacia y en Anales de Cirugía. Jubilado pensó escribir un tratado de Higiene Pública.
Sustituyó viejos valores de la Caridad por los del Bienestar, pasó de religión a ciencia, beneficencia a sanidad, curación a prevención, privada a pública, galeno a médico, curandero a doctor, albéitar a veterinario, hermana a enfermera, albergue a hospital, pócima a medicina, limosna a consulta, botica a farmacia y urinario a higiene.
Solo lo recordamos con una calle en Parquesol. Deberíamos apreciarlo más como padre de muchos valores de nuestra Sanidad Pública y Estado de Bienestar.
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