Los panes y los peces
El Premio Gil de Biedma ha derrotado la fatalidad de una pandemia que en tantos otros concursos ha provocado un bajón marcadísimo en el número de obras presentadas
Debate intenso y cordial este martes en la Diputación de Segovia para decidir los finalistas del Premio Gil de Biedma, certamen que ha derrotado la ... fatalidad de una pandemia que en tantos otros concursos ha provocado un bajón marcadísimo en el número de obras presentadas, excepción certificada por los mil quinientos originales recibidos desde el universo del español sin fronteras.
Yo me temía un alud de 'diarios del confinamiento', subgénero superficialmente yoyoista, pero por fortuna predominan los libros de amor y misterio que miran hacia los adentros y profundizan en esas galerías machadianas del alma en busca del complementario que todos llevamos dentro, pero al que casi nunca escuchamos. Y tampoco faltan, contra una realidad hiriente, los poetas «con los ojos abiertos».
Desde una visión cultural de conjunto, asombra la multiplicación de los panes y los peces de la Diputación: titular del Teatro Juan Bravo, con el Museo Esteban Vicente como hijo primogénito, con el Instituto de Cultura Tradicional Manuel González Herrero atajando los estragos de la desmemoria o con un programa de difusión extendido a los trescientos veintiocho núcleos de población de la provincia, amén de colaborar con entidades como el Centro Nacional del Vidrio, Hay Festival o Titirimundi, despliegue en el que el Gil de Biedma quizás constituya la joya de la corona.
En definitiva, quien quiera saber de gestión cultural con recursos limitados que pase por la Diputación de Segovia y tome apuntes.
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