Nuevos Presupuestos
«En medio de tanta incertidumbre, deben ser especialmente apreciadas las noticias referidas a algún acontecimiento de alcance o efecto positivo, como el proyecto de cuentas»
Vivimos tiempos de zozobra, entre la incertidumbre y la inquietud, y son cada vez más los problemas afectados por tal circunstancia.
Por ser incierto, ... hasta lo es el resultado de las elecciones norteamericanas, que puede tener en vilo al mundo entero. Y es que su sistema electoral es especialmente complejo, como es bien sabido: esto de que un candidato puede tener más votos que el otro, y no ser elegido presidente, porque la asignación de todos los compromisarios de cada Estado de la Unión se hace por simple mayoría al que gana en cada uno, tiene su cosa, nada sencilla de entender, y a buen seguro nos reclamará algún que otro comentario cuando esté clarificado el asunto.
Incierta es, y motivo de especial inquietud, la evolución de la pandemia en esta llamada segunda ola, porque ni está claro lo que puede durar, ni cuándo habrá vacuna preventiva o tratamiento curativo, ni lo que dura la inmunidad de quienes la tengan, ni tantas otras cosas que aún no tienen respuesta concluyente. Y es incierto, con no menor preocupación, el impacto económico, moral, social, y personal, que se termine produciendo, y las posibilidades reales, útiles y eficaces de recuperación de todo ello en un plazo razonable.
Así que, en medio de tanta incertidumbre, deben ser especialmente apreciadas las noticias referidas a algún acontecimiento de alcance o efecto positivo. Que, en este momento, exista un proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2021, con posibilidades de salir adelante tras los correspondientes trámites parlamentarios, es, objetivamente, una buena noticia. Incluso si su aprobación final tarda y no puedan entrar en vigor el 1 de enero, incluso si su contenido resulta modificado en algún aspecto a causa de las enmiendas que se presenten y de las negociaciones que se entablen, sigue siendo una buena noticia. Los presupuestos que se han venido aplicando con sucesivas prórrogas desde 2018 estaban tan inadecuados a la situación actual, tan distinta de aquella en la que se aprobaron, que cualquier alternativa de presupuesto actualizado es comparativamente mejor, sin ningún género de duda.
A partir de ahí, viene el análisis, que, en este trance y en este espacio, sólo procede hacer en las grandes cifras, tanto de los ingresos, como de los gastos. Al fin y al cabo, el esqueleto de un presupuesto es eso: unas previsiones de gastos, orientadas por las prioridades que se estimen más necesarias o convenientes, y sostenidas por unas previsiones de ingresos, fundadas en un riguroso juicio de probabilidad; si una de las dos cosas falla, porque el gasto se excede o porque los ingresos no alcanzan, la consecuencia es más endeudamiento, y más carga financiera para satisfacerlo, y menos disponibilidad para otros fines más sustanciosos que no sean amortizar deuda y pagar intereses. Todo ello simplificando mucho estas apreciaciones, que son bastante más complejas.
La previsión de ingresos para 2021 es en el proyecto de Presupuestos de 255.000 millones, un 13% más de lo previsto en el presente año, siempre en cifras redondas; de ellos, 222.000 de ingresos tributarios, vía impuestos directos e indirectos. Bastante más que los ingresos previstos este año 2020, que no alcanzaron los 200.000 millones, y también que los años anteriores, 2018 y 2019, donde fueron de 207.000 y 212.000, respectivamente, ya que este dichoso 2020 está siendo especialmente malo para todo, como es evidente, y también para los ingresos del Estado, por obvias razones de retraimiento económico. Ese importante crecimiento de los ingresos se relaciona con dos fuentes principalmente: subidas fiscales y nuevos impuestos, de un lado, ayudas europeas, de otro, con el primer tramo de los fondos de recuperación que se acordaron.
La previsión de gastos es verdaderamente impresionante. Nada menos que 384.000 millones de euros, un 33% más que el nivel de gasto actual; y, si se suma todo, incluyendo Seguridad Social y otros organismos, alcanza los 416.000 millones. Pero ahí está todo, porque lo que es gasto real, quitando el gasto financiero de intereses y deuda, el gasto de personal y otros conceptos, es bastante menor, de 236.000 millones, pero que es un 40% superior al actual. Todos los Ministerios aumentan considerablemente sus disponibilidades, empezando por Trabajo, que crece en un 1.167% a causa de los ERTES; Sanidad, con 946% de incremento; Economía y Transformación Digital con 392%; Educación, con 56%, o Agricultura, con 53%, siempre medido sobre el gasto actual que procede de los últimos Presupuestos aprobados hace más de dos años. Por señalar algunas partidas especialmente significativas, las pensiones se llevan 167.000 millones, la inversión pública 19.000, la investigación científica 3.230, la dependencia 2.300, la vivienda 2.250, las becas, más de 2.000, y las vacunas más de 1.000 millones. También hay cosas, de más o menos entidad, o incluso de valor simbólico, que llaman la atención: que el Ministerio de Consumo tenga una dotación de 41 millones hace dudar de su entidad, y de su necesidad, como Ministerio; que la inversión del Estado en Cataluña crezca en un 63%, suponiendo el 16,5% del total de la inversión en España, seguida de cerca por Andalucía, pero a mucha distancia de las demás (la de Castilla y León es el 7% del total), debe tener algún significado; que alguien alardeara de que la asignación de la Casa Real se congelaba, cuando aumenta un 6%, también debe tener algún significado.
Aunque, en todo caso, más significado tiene el que la previsión de endeudamiento para 2021 se acerque al 118% del PIB, lo que pone de manifiesto que la financiación del gasto necesitará mucha deuda; suponiendo, además, que las previsiones de ingresos se cumplan. En gran medida están basadas en una recuperación económica que, hoy por hoy, ofrece dudas muy razonables a la vista de la evolución de la pandemia, y aun contando con que la parte correspondiente de los fondos europeos ayude a tal efecto.
Unos cuantos expertos y opinadores se han adelantado ya a poner de manifiesto lo que consideran un excesivo optimismo voluntarista, especialmente del lado de los ingresos tributarios, muy vinculados al crecimiento económico, y también de algunos gastos, sobre todo los de tipo social, desempleo, renta mínima, etc., por las crecientes necesidades. Ojalá se equivoquen; al fin y al cabo, los presupuestos se fundamentan siempre en una previsión en ambas direcciones, de ingreso y de gasto, que no siempre se cumple; ya lo veremos. Y ojalá no se cumpliera porque los ingresos fueran más y los gastos menos; o, mejor dicho, que determinados ingresos fueran más y determinados gastos fueran menos. Seguro que coincidimos en los que estoy pensando.
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