Nazis en Chueca

Pues bien: en ese barrio tranquilo y confiado, se desarrolló hace poco una manifestación de varias docenas de neonazis con sus atavíos y banderas, insultando a los homosexuales de la forma más grosera y sembrando el pánico a su paso. Los escasos policías presentes no les impidieron el alarde. Más tarde se supo que el acto fue comunicado, como es procedente, a la Delegación del Gobierno, aunque ocultando sus verdaderos fines.

La delegada del Gobierno trató de justificar el desarrollo de una manifestación tan aberrante con el argumento de que si hubiera intervenido la Policía, se hubiera desatado una batalla campal. Pues muy bien. Como ha escrito Manuel Jabois, nunca hubo mejor ocasión para tal cosa, dado que los energúmenos estaban sembrando claramente alarma social, constituían un peligro objetivo para la paz ciudadana, incitaban al odio y transgredían claramente con su mendacidad los límites de la libertad de manifestación. La fuerza legítima del Estado no es un adorno y debe aplicarse cuando algunos inadaptados tratan de violentar las leyes y de atemorizar al pueblo llano. Este era un caso flagrante y de libro de violación de la legalidad que requería drástica represión.