La muerte ya no impresiona

Este lunes se publicaban informaciones en las que se mostraba cómo este 2021, todavía inconcluso, está resultando ya ser el año más letal de las migraciones irregulares hacia España por el Mediterráneo Occidental y por la Ruta Atlántica. Al menos desde 2014, cuando la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) comenzó a recopilar datos sobre muertos y desaparecidos en su intento de emigrar. Las muertes, en el conjunto de todas las rutas migratorias hacia España (Alborán, el Estrecho y Canarias), se han duplicado respecto al año pasado.

Los muertos y desaparecidos en lo que va de año son 1.025, 240 en el Mediterráneo y 785 en el Atlántico. En todo 2020, fueron 474. Y es claro que estas cifras son irreales por demasiado bajas porque no se incluyen las personas desaparecidas en intentos no conocidos ni contabilizados que terminaron en naufragio y en muerte.

Las cantidades son inquietantes, sobre todo porque en España hay voces indecentes que piden dureza con estos ilegales que supuestamente vienen a quitarnos el pan y el trabajo. Tendríamos que ser mucho más duros con esta gentuza que, lejos de abrir fronteras, insisten en cerrarlas a cal y canto con las consecuencias que a la vista están.