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La primera vez que celebré el día de San Patricio, tenía 21 años y vivía en California. No recuerdo sí llevé una prenda verde, pero ... imagino que sí porque, al contrario que en mí pueblo natal (Londres), todos los americanos llevan ropa verde el 17 de marzo, independientemente de sus antepasados. En aquella época, trabajaba en la sección de pescadería de un supermercado chino con dos vietnamitas que habían escapado de Saigon al fin de la guerra, en 1975, incluso ellos se pusieron algo verde. También esa fiesta marcó la primera (y última) vez que tomé Bushmills, un whisky de Ulster que algunos americanos beben como costumbre en el día del patrón de Irlanda.
Esa noche no fue mi primer contacto con la cultura irlandesa en los EE UU. En una ocasión anterior, durante una visita a la State Assembly House en Boston (lo que sería la Junta del Estado de Massachusetts) había conocido a unos activistas de Noraid, una ONG cuyo nombre en inglés significa algo como «ayuda al Norte», o sea, Irlanda del Norte. Digo ONG, pero, según las leyes de seguridad nacional que George W Bush puso en vigor después de los atentados del 11 de septiembre, hoy día sería clasificada como una organización terrorista. Se dedicaba a recoger donativos de americanos que se consideraban a sí mismos irlandeses, de los que hay alrededor de 43 millones, para ayudar al IRA (Ejército Republicano Irlandés) en su lucha contra los británicos, que, según ellos, estaban ocupando su tierra, «la Isla Esmeralda» (un término que no se usa en Irlanda).
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Al oír mi acento inglés, el acento del «opresor», estos «irlandeses» de Nueva Inglaterra se me acercaron. Con cierta ironía, me pidieron algo para «la causa». Les contesté que no porque solo usarían mi dinero como todo el dinero que recogió Noraid, para comprar armas y explosivos, para financiar actos terroristas en mí propio país, y en el «suyo». Además, les conté que estaban muy equivocados, que no entendían nada, que no eran irlandeses... Lo mejor que puedo decir de ellos es que no me pegaron. Los americanos pueden ser ignorantes, pero en realidad no lo son más que nosotros, los europeos. Sin embargo, con unas notables excepciones, en general son muy educados. Me desearon que pasase un buen día y me dejaron en paz.
Hoy, Dublín estará lleno de turistas americanos de apellidos irlandeses (Kennedy, Reagan...) vestidos de verde. Guinness estima vender 13 millones de pintas. Incluso yo estoy aquí. Feliz día de San Patricio.
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