De arroz y cerdos
«¿Será que los locos son ellos, que ven delito donde hay demencia y civismo donde hay cerdos?»
Alimentar a las palomas es delito. Un delito caro, 1.500 euros por tirar arroz a los alcorques de la vía pública. Esto ha pasado ... en Valladolid, la misma ciudad en la que he visto a señores de mocasín de borlas escupir al suelo, a niños en uniforme de cuadros escoceses dejar la bolsa de los gusanitos en el banco y a solteras de pulsera rojigualda dejar la plasta del caniche en la acera. Claro que esto mismo lo he advertido en cualquier ciudad de España y en ninguna he pillado al policía de turno poniendo una multa por incumplir con la Ordenanza de Protección del Medio Urbano.
Supongo que a la municipal le llamó más la atención esa escena de boda improvisada que la cotidiana dejadez del ciudadano medio, que va soltando sus basuras con el mismo disimulo y destreza que utiliza James Bond para sacar la cámara espía o el boli asesino.
A mí, al leer lo ocurrido con la señora, me resulta inevitable no acordarme de Brenda Fricker en 'Solo en casa 2' haciendo de la solitaria dama de las palomas en Central Park. Cuando Kevin le pregunta si lleva allí a sus amigos, ella contesta: «No tengo ningún amigo, me interesan los pájaros. La gente me evita por la calle. Me ven, pero hacen por ignorarme, les gustaría que no fuera parte de su ciudad».
La vallisoletana de 61 años ha defendido que era «su trabajo» y que una empresa le pagaba por ello. Ahora la señalan para justificar que proliferan las ratas.
¿Será que los locos son ellos, que ven delito donde hay demencia y civismo donde hay cerdos?
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