Nuestros jóvenes se piran
La aventura humana ·
«Los complejos del pasado desembocaron en que las familias más modestas alentaban a sus vástagos a estudiar una carrera universitaria»Publicaba este lunes El Norte un informe demoledor que provoca sonrojo, cuanto menos. En diez años, cien mil jóvenes de entre 25 y 34 años ... han abandonado la comunidad por falta de oportunidades laborales. Al margen del desarraigo que acarrea esta cifra, y del fracaso político secular que subyace en ella, habrá quien esgrima el consuelo espurio de que a estos chicos se los rifan en otras latitudes. Naturalmente, no corresponde a las instituciones la tarea de generar puestos de trabajo, aunque sí la obligación de sentar las bases que estimulen el dinamismo empresarial para que se contenga la hemorragia del talento.
Los complejos del pasado desembocaron en que las familias más modestas alentaban a sus vástagos a estudiar una carrera universitaria. Por eso persiste una población de retitulados que vagan por ahí en busca de no saben qué. Para ahondar más en la herida, muchos de ellos incurren en el error de concatenar carreras sin ton ni son, en la creencia de que el azar les guiará hacia un curro. En realidad, todo lo anterior esconde la dejadez institucional que se ha venido arrastrando durante décadas.
No todo el mundo satisface sus anhelos en la universidad. De hecho, la información de este periódico desvela que quienes cursan Formación Profesional encuentran pronto un trabajo. La FP ha estado estigmatizada incluso desde el advenimiento de la democracia, víctima de ese discurso maniqueo tan dañino de que la cursaban los incapaces de afrontar otras disciplinas. La reciente ley estatal que la impulsa mostrará el camino del empleo a muchos de nuestros jóvenes, con vocación o no. Las instituciones educativas deben desempeñar un papel didáctico en esto. Además, las empresas buscan estos perfiles desesperadamente. No sé a qué esperan.
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