Pedro Herrero, Vox y los fusilables
«Si algo aprendimos de los políticos de la Transición fue que debemos tapar la mierda con arena y mirarnos como los hermanos que somos»
«Señor Martín, haga usted el favor de apuntar estos once nombres como 'fusilables' cuando ustedes vuelvan a tener mayoría absoluta en este país. Háganlo, ... por favor, con nombres y apellidos. Apúntennos a la lista para fusilar». Las palabras son de Pedro Herrero, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Valladolid y van dirigidas a Víctor Martín, concejal de Comercio, Mercados y Consumo, de Vox. No están expresadas en una barra de bar, junto a una copa de anís, ni en la sede de su partido ni tampoco en el diván de un psiquiatra experto en procesos psicóticos, sino en el salón de plenos de una institución democrática en pleno siglo XXI, a cara descubierta y sin sonrojarse.
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Honestamente, no sé qué hay que tener en la cabeza para pensar que la gente de Vox quiere fusilar a la gente del PSOE. No lo entiendo y me preocupa. Porque si realmente lo piensa, el PSOE está peor de lo que yo pensaba. Y si no lo piensa, la irresponsabilidad es máxima. Esas afirmaciones implican no entender ni la realidad en la que vivimos en la España de 2025 ni la que se vivió durante la guerra civil. Tratar de trazar cualquier paralelismo entre el momento actual y la guerra civil implica un blanqueamiento del franquismo indigno de un representante público. ¿Realmente piensa que el franquismo era similar en algo a este momento plácido que, pese a todo, estamos viviendo? ¿Qué cree que va a entender la gente, que Vox son unos asesinos o que Franco era solamente un poco 'echaopalante'?
Uno no sabe qué decir. Porque, francamente, pensar que la gente de Vox –sí, Vox, con sus muchas sombras y excesos verbales– quiere fusilar a la gente del PSOE es una afrenta y un insulto a los tres millones de personas representados por ellos en el Congreso. Pero, más allá, ¿qué clase de trauma no resuelto, de hipérbole enfermiza, de irresponsabilidad ideológica hay que arrastrar para soltar esa barbaridad? Y, sobre todo: ¿cómo puede decir eso alguien en pleno 2025, en una democracia europea, después de cuarenta y siete años de Constitución, de elecciones, de alternancia, de parlamentos y de prensa libre?
Pedro Herrero ha cometido un doble error. El primero, gravísimo, es trivializar el lenguaje del terror, el asesinato político y el fusilamiento. Lo convierte en chascarrillo, en golpe de efecto. La palabra 'fusilables' lanzada como si fuera una pulla parlamentaria más, es una agresión verbal que insulta la memoria de los que fueron fusilados de verdad. Y los hubo en ambos bandos. En cunetas y en tapias de cementerios. El trauma de este país con la guerra está vivo y si algo aprendimos de los políticos de la Transición fue que debemos tapar la mierda con arena y mirarnos como los hermanos que somos. En caso contrario, muchos tienen mucho que callar. En ambos bandos. Y prefiero no llevar la columna hacia un recuerdo de la historia negra del PSOE.
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Pero el segundo error es más sutil, aunque no menos dañino: proyectar sobre sus adversarios políticos la sombra del verdugo, atribuyéndoles una pulsión asesina sin base alguna. Es una forma de deslegitimar la existencia política de todo aquel con el que no estás de acuerdo. Y precisamente eso es lo que conduce a la lógica del fusilamiento real. Porque la palabra no es inocente y menos cuando viene de alguien que representa a un partido que gobierna España, que firma presupuestos y que decide sobre las vidas de las personas. Por supuesto, esto no se resuelve pidiendo perdón y diciendo que era una exageración. Porque, como en el poema de Gil de Biedma, uno no debería hablar «como en los viejos tiempos». Ni siquiera de broma. Tampoco se resuelve dimitiendo —esto es infinitamente más grave que mentir en el curriculum—, ni callando hasta septiembre. Esto solo se resuelve con un cese fulminante que demuestre a la sociedad que el PSOE no es este partido guerracivilista tomado por macarras sino aquel partido democrático decisivo en la consolidación de la democracia en España. Y que pretende seguir siendo un partido serio y no una panda de barras bravas irresponsables con las capacidades psíquicas y morales dañadas. No cabe nadie como Pedro Herrero en la política española. Por supuesto que Vox es un partido democrático, formado por gente honorable –al menos, en la misma proporción que en el PSOE–, que buscan lo mejor para España como lo busca el PSOE. La manera a través de la cual lo persiguen es cuestionable –como lo es la del PSOE– y para eso estamos el resto, para decir lo que nos parece bien y lo que nos parece mal, para criticar a sus dirigentes y a sus políticas cuando corresponde, incluso con vehemencia. Pero jamás para dar a entender que Vox quiere fusilar a nadie. La mera posibilidad de que lo diga en serio me produce una profunda desazón porque yo, como Herrero y como todos, tenemos amigos de Vox, con los que discutimos de vez en cuando, pero desde mesas llenas de cariño, de respeto y de afecto personal.
Yo no sé qué hará Vox en los plenos. Sé que a veces hacen el ridículo, que dicen tonterías y que sobreactúan. No voy a sacar mi hoja de servicios ahora porque no me da la gana y porque me repugna el 'vaya por delante'. Pero, desde luego, la palabra 'fusilables' está por encima de cualquier límite soportable. Porque viene de un representante público y porque implica una sospecha profunda: que el otro no es rival, sino enemigo; que no se le combate, se le extermina; que no se le rebate, se le elimina. Y tras la sospecha de que el rival te quiere fusilar a ti quizá se esconda la certeza de que tú quieres fusilar a tu rival.
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Y ahí es donde se me instala la tristeza. Porque no estamos ante un exabrupto sino ante un síntoma. El síntoma de que hay políticos que ya no hablan para ayudar a los ciudadanos a los que representan, sino para destruirlos. Y eso no tiene que ver con la memoria histórica ni con la ideología. Tiene que ver con el respeto, con la decencia y con la mínima dignidad personal que exige la vida pública. No, señor Herrero. Usted no es 'fusilable'. Nadie lo es. Aquí ya nadie fusila a nadie. No lo hace Víctor Martín y no lo hace nadie de Vox. Fíjese que ni siquiera lo hace ya el PSOE.
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