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Alberto Núñez Feijóo, durante su visita con el Rey el pasado 22 de agosto. Efe

De investiduras

«Hay miles de cosas que la Constitución no prohíbe, ni permite, y hay que interpretar con rigor argumental si deben aceptarse o rechazarse»

Jesús Quijano

Valladolid

Domingo, 17 de septiembre 2023, 00:30

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Recupero por un momento la foto de aquella noche del 23 de julio. Una parte con cara de circunstancias porque no había cumplido objetivos; otra ... exultante de gozo porque el adversario no hubiera cumplido objetivos y eso abriera posibilidades que no se esperaban, tal vez con poca conciencia aún de lo que supondría aprovechar esas posibilidades. Los demás estaban a lo suyo, cada uno según le hubiere ido: unos, a un lado y a otro, con cara de circunstancias viendo que su adversario común, que no es otro que el bipartidismo, mejoraba posiciones, aunque ellos mantuvieran relevancia a efectos de la configuración del respectivo bloque; y otros, en fin, con peor o mejor suerte en su lugar de origen, mirándose entre sí para la disputa doméstica, pero sabiéndose decisivos. Ese era el panorama aquella noche. Algún titular, sólo alguno por entonces, resumió el resultado a su manera: la gobernabilidad de España en manos de Puigdemont. Enseguida vino agosto, con los calores y las tormentas, y las abundantes fiestas locales, y el mundial femenino, y Rubiales que ayudó lo suyo, y parecía como si, llegado septiembre, todo aquello de la noche del 23J se hubiera quedado en una sutil ensoñación. El resultado fue el que fue, y ya veremos; alguna solución habrá. Pues el resultado aun pudo ser más complicado por muy variadas circunstancias, como bien se está apreciando. De momento estamos a la espera de que se celebre un debate de investidura que, previsiblemente, porque es bien previsible que no saldrá adelante, solo tendrá el efecto constitucional de poner en marcha el plazo de los dos meses tras los cuales, si no hay otra investidura exitosa, habría que repetir las elecciones. Se achaca a este trance que supone una pérdida de tiempo, porque se sabía de antemano que el candidato del PP no tendría suficientes apoyos; pero lo cierto es que el Rey le propuso porque era el más votado y porque unos cuantos de los que no le van a votar no fueron a decírselo, ni siquiera por imperativo legal. De manera que, consumido este intento, se abrirá la opción alternativa de otra investidura, que será la del candidato del PSOE. Y esto es lo más llamativo de la situación: el centro del debate político, en los medios de comunicación y en la opinión pública, lo está ocupando claramente el contexto en que se supone que se va a desenvolver esa segunda investidura cuyo tiempo político aún no ha comenzado mientras esté pendiente la anterior. Puede parecer extraño que sea así, pero en absoluto lo es; todos los interesados, afectados o concernidos han contribuido a ello desde el primer momento, y si alguien lo ha hecho de manera especialísima es la misma candidata de Sumar, Vicepresidenta del Gobierno, que de forma tan ostensible como imprudente se presentó en Waterloo en actitud de pleitesía a quien dice tener la llave de la gobernabilidad del país.

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