Que por mayo

Mayo hay que vivirlo. Antes de las calores horrorosas. Ese intervalo de vida en el que se aparece la Virgen o empieza a devolver Hacienda. Cuando yo era otro, viajaba siempre por mayo, no muy lejos, por tener abierta y flexible la puerta del 'volver', tan de Carlos Gardel. Viajar, viajaré a mi biblioteca antigua, antes de que mi madre ya entregue vendida la casa. Recuperaré a Delibes y a Umbral, por no olvidar quién fui. El resto, con lágrimas, irá a otros domicilios, a otras librerías. La pena me impide comerciar con las letras que me hicieron lo que fui.

En mayo, cerca de esa casa natal que tuve, en el sur de Castilla, ya la temporada de baños anda tranquila. Se ven delfines, un barco grande que se escapaba a Melilla. Ahora, ya mayor de todas las mayorías, tengo a mayo como una nostalgia esencial. Un mes que da sentido al año. De primavera recalentada que se consagra y de uñas comidas por el fútbol. Quiero que este mayo no sea lo de siempre. Que un cielo abierto y un atardecer lento nos dejen sentir lo que es la vida.

Mayo, de pitón a rabo, con el sueño próximo de las vacaciones. De ir a ver a mi sobrina, besarla en la frente que le huele a fresa, y dejarme y entregarme a los placeres mínimos. Ese es mi plan.