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Ibarrola
Crónicas del manicomio

Sacrificio

«Eso de querer al prójimo como a uno mismo siempre suena a publicidad o a un farol desmedido, al menos si sobrepasa el círculo más íntimo, de padres, hijos o amigo»

Fernando Colina

Valladolid

Viernes, 18 de julio 2025, 07:05

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Hay benefactores capaces de sacrificarse por los demás hasta el último suspiro. Despiertan una admiración unánime, aunque en algunos casos sentimos un retintín especial porque ... lo consideramos excesivo. Eso de querer al prójimo como a uno mismo siempre suena a publicidad o a un farol desmedido, al menos si sobrepasa el círculo más íntimo, de padres, hijos o amigos. En cambio, el sacrificio extremo por una idea o un ideal, tipo revolución, religión o patria, despierta muchas más dudas y reduce mucho los casos en que podríamos mostrarnos receptivos. Defenderse de una injusticia o una invasión suscita apoyo, solidaridad y comprensión, pero es inquietante hacerlo cuando el vecino se convierte en Nación, el devoto en Dios y el soldado desconocido en Patria. Es fácil perder la proporción de los valores, tanto en el caso de quien sacrifica su vida en defensa de unos ideales, ya se llamen libertad, justicia o igualdad, como de quien, en el extremo opuesto, no mueve un dedo para evitar la servidumbre y el sometimiento.

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