La fábrica
CRÓNICA DEL MANICOMIO ·
«Las familias no saben cómo tratar a estas criaturas que adolecen de disciplina y del hábito de someterse a la necesaria autoridad. Niños a los que se les sobreprotege y se les abandona a su libre albedrío, no sea que se frustren, se depriman o se lleguen a suicidar»Cuentan los más 'entendidos' que la sociedad actual fabrica en serie sujetos mentalmente mal construidos. Nos advierten que la población se va llenando de gente ... que califican de invertebrada, atenazada, porosa, muy vulnerable y dependiente.
Personas que antes ya conocíamos, y que aludíamos a ellas como si les faltara un hervor o un tornillo, pero que ahora se multiplican exponencialmente y han adquirido el derecho a poseer un diagnóstico que les identifica y da prestigio. Pese a ello, son calificadas de inmaduras, consumistas, individualistas, narcisistas, frágiles y torpes en los vínculos.
Estos 'entendidos' a los que escucho, un ramillete de antropólogos, psicólogos, sociólogos, historiadores y filósofos, es decir, de casi todos los que se citan unos a los otros, constatan que el mundo occidental está engendrando personas con materia prima insuficiente, de baja calidad, y dotadas de un yo que llaman posmoderno. Individuos que han sido creados o paridos en un lugar saturado de medios electrónicos y condenados a un pensamiento tan plano como sus inseparables pantallas. Sujetos abocados a una consistencia psíquica de plastilina y a una soledad que solo contrarrestan con una compañía virtual que en último extremo no llega al corazón ni a la realidad.
Las familias no saben cómo tratar a estas criaturas que adolecen de disciplina y del hábito de someterse a la necesaria autoridad. Niños a los que no se les impone nada, se les sobreprotege y se les abandona a su libre albedrío, no sea que se frustren, se depriman e incluso se lleguen a suicidar. O, casi peor, que desconcierten a los padres cogiendo la manía de sentirse trans. De tal manera que no se sabe bien, finalmente, si son los hijos los que obedecen a los padres, como fue hasta hace poco el canon pedagógico general, o son los padres los que deben aprender a seguir los dictados, deseos y caprichos de sus chicos.
Nos advierten, además, que cuando estos productos de fábrica llegan a la adolescencia sufren una obsolescencia programada y maduran mal. Carentes de deseos bien construidos, es decir, regulados y disciplinados, experimentan el derecho a tenerlo todo sin saber lo que quieren. En ese callejón sin salida se ponen algo maniaquillos y necesitan un estimulante que coordine su vida interior y que alimente el vacío con un deseo artificial del que tienden a abusar. En cualquier caso, precisan vivir hiperconectados y condenados a no encontrar apenas ternura ni acomodo tranquilo.
Con todo, empiezo a sospechar que estos 'entendidos' provienen de una cultura con un yo demasiado sólido y rígido que no les ayuda a pensar. Tienen exceso de identidad y pecan de catastrofismo. No sé si llegarán a entender bien la nueva subjetividad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión