La otra Eurovisión
La aventura humana ·
«Que Chanel fuese aupada al podio no es asunto de mi incumbencia. Corresponde al sector sociológico-televisivo»Obvio: ganó Ucrania. Su canción es una rapsodia caótica, pero el voto popular mostró su aliento al país. Las caras de aquella pobre gente no ... eran de júbilo. Incluso en la sala el público se quedó estupefacto y frío. No veo el festival desde que en 1979 se suprimió la orquesta en directo y, posteriormente, la calidad musical dejó de tener relevancia. Pero el sábado me tomé la molestia para afianzar mi percepción. Debió haber triunfado el Reino Unido, que presentó una propuesta como dios manda, pero este espectáculo paneuropeo se nos fue de las manos hace tiempo. Lo que se denomina Concurso de la Canción ya no juzga precisamente eso, canciones; así que cambio de tercio.
Mi visión europea bulle en otra parte. Por ejemplo, en la industria automotriz sueca, que es de primer nivel. O en Finlandia, un país muy modesto dotado de empresas tecnológicas punteras que la colocan en el mapa del futuro, acompañadas de un sistema educativo sin parangón en el continente. Le plantarán cara a Putin porque tienen una concepción de patria de la que carecemos aquí. O en Dinamarca, que, entre otras cosas, nos vendió el SITEL, con el que nuestras fuerzas de seguridad intervienen los teléfonos. Naciones pequeñas que prevalecerán porque tienen un plan.
Leí hace meses el documentado libro de Jordi Nadal sobre la Hispano-Suiza, aquella mítica fábrica catalana de automoción, y cuyos motores de aviación contribuyeron a que los aliados venciesen en la I Guerra Mundial. El franquismo le dio la puntilla aplicando la autocracia y la infamia. Y uno se pregunta si España habría contado hoy con un sector automovilístico propio y potente creado al abrigo de aquel sueño visionario. Que Chanel fuese aupada al podio no es asunto de mi incumbencia. Corresponde al sector sociológico-televisivo.
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