Que España funcione
«Si los partidos no hubieran caído en liderazgos caudillistas y valorasen el interés general, sustituirían a sus actuales candidatos por su manifiesta incapacidad para dialogar y negociar un Gobierno estable. España lo necesita con urgencia para empezar a funcionar»
Los españoles asistimos, con creciente preocupación y sorpresa, a la actuación inexplicable de una clase política, ante su clamorosa dejación de funciones. La precariedad política, ... iniciada tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015, dejó paso a dos nuevas convocatorias (26J-2016 y 28A-2019) y una moción de censura (1 de Junio 2018) con cambio de Gobierno, conocido como 'Frankenstein', cuyos apoyos impidieron aprobar los Presupuestos Generales del Estado; son casi cuatro años de problemas crecientes, tanto en política interior como exterior. Tras el fortísimo descenso de la crisis, iniciada en 2007 en España, desde 2015 el PIB ha crecido y ha disminuido el paro gracias al esfuerzo asentado en un mercado laboral precario y una 'generación perdida' laboralmente, con graves consecuencias sociales y demográficas. Ciertamente, España subsiste pero no funciona bien, y no es ajena a ello una clase política, que acoge a todo tipo de 'castas'.
España, sin embargo demostró que podía funcionar, lo hizo y sorprendió al mundo. Su admirable Transición política también creó un clima de libertad y creatividad que lanzó al mundo una imagen de una nueva España, cuyo mejor escaparate fue el proyecto de Estado de los Juegos Olímpicos de Barcelona, que cambiaron la filosofía organizativa de las ciudades olímpicas. España se incorporó de forma activa a la UE y esta colaboró a una modernización sin precedentes, ya iniciada. La etapa brillante de la imagen de España duró hasta el segundo mandato de Aznar; en este se consolidó el modelo especulativo de la economía española, cuya burbuja estalló en 2007, además de asumir un impopular protagonismo bélico en la segunda guerra del Golfo. La llegada de Zapatero inició la decadencia, pues no se enteró de la burbuja ni del alcance global de la crisis hasta la célebre llamada de Obama (Mayo 2010). En resumen: España funcionó y tuvo un brillante cuarto final del siglo XX y un desafortunado comienzo del siglo XXI.
La crisis catalana no es ajena a nuestra crisis inmobiliaria de 2007, ni a la internacional de 2008. Ante ellas, el independentismo supo crear rápidamente un relato de frustración, atribuyendo la situación al mal funcionamiento de una España, «inepta y codiciosa de su riqueza, que les robaba»: un argumento simple, pero de máxima eficiencia. A estas alturas, ya se sabe que todos los relatos excluyentes crean división social (véase el 'brexit') y el problema está empantanado, pero los ciudadanos catalanes ya conocen una ilustre pléyade de paisanos 'honorables' que les robaban mientras culpaban a España. También viven la caótica gestión de gobierno por fuerzas independentistas y esperan la sentencia del juicio del 1-O, principal aglutinante para ellas. Lo grave es que la división en este juego de ineptos también existe entre los constitucionalistas.
Entre tanta ineptitud destaca alguien competente: se llama Iván Redondo y es asesor y estratega de Pedro Sánchez. No procede de las bases socialistas, es un profesional que ya había conseguido éxitos insospechados para el PP, y ha pautado con precisión su vuelta al poder en el PSOE, la toma de Gobierno con una sorprendente moción de censura y su mantenimiento en él, una vez logrado. Es indudable su valía para… Sánchez, pero no está claro que suceda lo mismo con los intereses generales. La evidencia es este juego de exclusiones por antipatías personales, ausencia de diálogo institucional, silencios dosificados y maniobras de distracción con agentes sociales propicios. Sánchez no oculta su ambición de poder y genera desconfianza en sus socios potenciales, pero le facilitan el juego con sus negativas. El panorama es desolador; no hay ideas y parece que solo preocupan los sillones, el botín del reparto de poder que ansía Pablo Iglesias, la terquedad de Rivera o las distancias de Casado… Y pensar que esta generación de líderes iba a ser la mejor preparada de España. ¡Qué fiasco político!
Unas nuevas elecciones serían un menosprecio a los ciudadanos y es de sobra conocido que, con el Parlamento actual, puede existir un Gobierno estable de PSOE y Ciudadanos. Repetir un Gobierno Frankenstein 2, con la 'ayuda' de Unidas Podemos, son ganas de despistar. José Luis Ábalos, actual ministro de Fomento, ha expresado las dificultades ideológicas de ese acuerdo. Si los partidos no hubieran caído en liderazgos caudillistas y valorasen el interés general, sustituirían a sus actuales candidatos por su manifiesta incapacidad para dialogar y negociar un Gobierno estable. España lo necesita con urgencia para empezar a funcionar. Posiblemente Albert Rivera no ha pensado que si España funcionara bien, probablemente Cataluña dejaría de ser un problema.
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