Elon Musk Pérez-Castejón

La defenestración temporal del presidente español forjó su determinación para arramblar con todo y tod@s. Es una versión motriz fósil de Elon Musk y sus patéticos coches de choque, a quien dobló el brazo un humilde mecánico compatriota nuestro. En ambos líderes confluye un pensamiento unívoco: prevalecer a cualquier precio. El amo de Twitter laminó la sección ética de su nueva adquisición con idéntica indolencia con la que Sánchez ha liquidado el delito de sedición en España. Tal vez no veamos la jugada del ex alero estudiantil, pero es evidente que esa posición baloncestística se porta a lo largo de la vida. Se basa (creo) en entrar a matar, básicamente.

Puede que la jugada brinde un servicio de apaciguamiento a nuestro país marcando en zona al independentismo catalán. No creo en ese tipo de apaciguamiento; al premier británico Chamberlain no le funcionó con Hitler, a pesar de que al pie del avión mostrase ufano el papelote mojado que consignó el Führer. Incluso así, Sánchez atesora una madera de superviviente envidiable. La sedición, tal y como latía en España, estaba sobredimensionada, porque invadía el derecho constitucional de reunión, con matices. Pero el fondo de la cuestión es a qué está dispuesto el presidente del Gobierno por salirse con la suya. Admira a su madre, sí; aunque eso es a día de hoy. ¿Y si deja de estar validada mañana por la tarde?