Dolor y placer inseparables
Después de las palabras ·
Pavese escribió que sufrir no sirve para nada, nadie te enseña a sufrir, nacemos pertrechados para el goce, el resto tenemos que aprenderloLas cosas que nos afectan son las que nos causan placer y dolor, por ello es difícil para un occidental comprender el nirvana, vivimos acordes ... a los ritmos con los que la sangre golpea en nuestras venas, no alcanzamos a identificarnos con la superación de los sentidos y la anulación de las emociones y de los afectos.
Alivio en el dolor, este pasajero consuelo del mortal tal vez sea su mayor placer, o cuando menos el más sincero. El placer es la ausencia de un dolor que fue nuestro dueño y que momentáneamente se ausenta. Este placer, sin embargo, nunca será completo mientras persista la amenaza del regreso al dolor. El dolor más agudo es la amenaza del dolor, la zozobra pertinaz de que el sufrimiento volverá bajo sus inagotables disfraces. El dolor, para ser puro, exige una síntesis física y psíquica.
En el intervalo entre dolor y placer prolifera la incertidumbre humana, se trata de un territorio de la ambigüedad en el que tanto nos daría dejarnos sobornar por el placer, o sufrir con sincera intensidad el dolor. Ambas sensaciones tienen fecha de caducidad, están profundamente relacionadas y tal vez tengan el mismo origen. El dolor infunde miedo y respeto, el placer los esconde. Dolor y placer tienen la misma raíz y crecimientos paralelos.
Pavese escribió que sufrir no sirve para nada, nadie te enseña a sufrir, nacemos pertrechados para el goce, el resto tenemos que aprenderlo. Vivimos intensamente un agudo dolor como si la conciencia se reconociera en la enfermedad. Todo lo que nos hace sentirnos vivos reafirma nuestra identidad, salvo quizás los delirios de la conciencia. Reafirmamos el placer como respuesta, no sólo al dolor humano, sino también al castigo divino.
Kenzaburo Oé se refiere al dolor en silencio del pez con el anzuelo clavado. El dolor del pez es el dolor humano, es el dolor del niño que no comprende la injusticia esencial del dolor; esa sensibilidad atroz de la naturaleza.
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