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Se me han pasado Los Comuneros, se me ha pasado Villalar. Pero con retraso quiero hacer el artículo que, siempre por estas fechas, dedico al día de la tierra que me vio nacer. De todas las fiestas autonómicas es la que mayor sentido tiene, y raigambre, y ese perfume de pasado que hace que con tranquilidad y calma, el paisano se sienta en paz consigo mismo. Hay quien dice que el lugar de nacencia no se elige, pero una vez dado, por qué no llevarlo con orgullo. El 23 de abril en España se celebran muchas cosas, aunque España ya no sea tan España y ande como triste. El 23 de abril, encierra las esencias calmas de Castilla, y yo, intruso, las siento las más mías por eso de haber llegado al mundo en unas latitudes más abajo. Eso es lo que siento y quiero comentar ahora que en este país, menos por aquí, se anda haciendo reinos de Taifas.
El 23 de abril se dice sin decir que un rosa y un libro está bien, pero también conocer qué pasó en esta tierra tan cerca del cielo. Castilla, al final, tiene que ser el tegumento patrio y nadie, aún, se lo ha agradecido como debería de ser. En el pueblo del Sur donde se ha mudado mi madre aparece la heráldica del sur. Y eso, no saben ustedes, el orgullo que da. Porque somos una tierra que no se mide los fueros y los privilegios a la ora orinar sobre la tierra quemada de la patria. Hay días, o fechas posteriores en las que hay que ponerse estupendo. Cuando abril va cerrándose, es uno de esos momentos. Nunca se olvidan. Y sepan que siempre estaré el primero en el riesgo de defender esta tierra que es, y he hecho, tan mía. Gracias a sus naturales.
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