El Norte
El espigón de Recoletos

La temida 'rentrée' o el síndrome posvacacional

«Algunos, en el medio siglo, hemos logrado al fin esquivarla para siempre»

David Felipe Arranz

Valladolid

Domingo, 7 de septiembre 2025, 08:42

Las noches de verano son como grandes y tranquilos oasis que comunican una sensación de fiesta, de existencia iluminada, algo alegre y melancólica a la ... vez. Es cuando uno tiene más tiempo para pensar, como si un retazo de la infancia feliz hubiese llegado navegando hasta el momento presente, arrastrado por el sentido común hasta la costa de los deseos. En junio o en julio había acabado el curso en un punto muerto, embotado, y lo veíamos con esa distancia con que se ven los peligros pasados y ya superados. El estío estaba allí como la promesa de una vida plena que se va a cumplir. Las grandes avenidas de la ciudad, ya deshabitadas, habían claudicado de su tormento y con la desolada evidencia que deja el estrés y el infarto, se asaban a fuego lento como un inmenso desengaño de asfalto y cristal, como una urbe balanceada en su propio ocaso.

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De pronto, la sabiduría de que el verano nos llevaba a todas partes y nos alejaba de la metrópoli apagada y esquelética hacía que nos llenásemos de una nueva esperanza con los planes nuevos y la promesa de mil viajes, lejos de la pena de telediario y las guerras y genocidios, al margen de la España que arde de corrupción, incendiada de impostura. La vaga excitación de las vacaciones nos ha puesto a punto de abrazar y besar al mundo entero, buscando la tierra prometida de las playas, el campo, los grandes monumentos de la humanidad más lejanos… ¿De qué profundo milagro está hecho el estío, de qué secreto cada ferragosto? Ha sido un recreo concedido por el sistema perverso, una breve caminata por el tiempo y por nuestro bienestar, por las geografías más lejanas a las que hemos dejado acercarse hasta nosotros, en la noche, las benditas noches de verano y amor eterno… siempre con la espada de Damocles de la 'rentrée' oscilando sobre nuestra nuca. Algunos, en el medio siglo, hemos logrado al fin esquivarla para siempre.

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