Del cielo al suelo
Al tándem de raros de Madrid/Almunia, raros por la ejemplaridad de su conducta, se suma Albert Rivera
Con dos millones y medio de votos y cuarenta y siete diputados malbaratados en el rosario de unos errores políticos ciertamente mayúsculos, Albert Rivera tuvo ... entereza para tomar por los cuernos el toro de su fracaso y ha dictado una lección de dignidad con apenas dos precedentes en los anales de nuestra democracia.
El de Demetrio Madrid, socialista pata negra, antifranquista de verdad y no antifranquista cadaverino. Primer presidente de la Junta de Castilla y León, renunció y sin aspavientos se fue a su casa a raíz de una imputación judicial cogida por los pelos por mor un conflicto laboral, no por cobrar mordidas o en sinrazón de operaciones de ingeniería financiero, causa resuelta a su favor cuando el daño ya carecía de remedio.
Y el de Joaquín Almunia, que dejó la secretaria general del PSOE tras la derrota en unas elecciones en las que consiguió cerca de ocho millones de votos (el 34,1%) y ciento veinticinco diputados, resultado bastante superior al obtenido ahora por el doctor Sánchez, cuyo triunfo se levanta sobre la pérdida de muchos miles de sufragios y tres escaños, aparte de los millones de euros que su capricho electoral ha costado a las arcas públicas.
Así las cosas, al tándem de raros de Madrid/Almunia, raros por la ejemplaridad de su conducta, se suma Albert Rivera. Los tres han dejado claro que estaban en política al servicio de unos valores y no a la caza de nóminas ni a la rebatiña de privilegios; los tres han demostrado un sentido de la responsabilidad muy por encima de las conveniencias personales, aun de las más legítimas, algo de lo que tantos alardean, pero que tan pocos asumen cuando sobreviene la hora de dar la cara; los tres han puesto de manifiesto que fuera de la política palpita la vida, y los tres han certificado que mejor apartarse a tiempo.
«Hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria», escribió Borges. Rivera se ha ido con las manos limpias y la conciencia tranquila, eso sí, dejando a Ciudadanos hecho unos zorros. El partido iba de capa caída y el desastre de aquí, mucho más que anunciado, ha sido demoledor: de ocho diputados el 28 de abril a ninguno. Del cielo al suelo: que reflexionen los que siguen, que se autorregeneren. Ahora toca volver a empezar sin mesianismos ni altisonancias. Quizás desde España Suma.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión