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«Desde que entran los artistas hasta que se marchan hay dos elementos que no paran: la fregona y la tarjeta de crédito»

Paco Cantalapiedra

Valladolid

Jueves, 12 de septiembre 2019, 06:57

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Cualquier chapuza a domicilio, además de dejarte el escenario hecho unos zorros, cuesta un riñón. Da lo mismo que cambies un grifo, la bañera por ... un plato de ducha o todas las ventanas a la vez: desde que entran los artistas hasta que se marchan hay dos elementos que no paran: la fregona y la tarjeta de crédito. En cualquier caso, dada la escasez de profesionales solventes, lo que procede es darles las gracias por haberse dignado a venir y por hacer su trabajo. Sin embargo, en esta historia de las obras caseras hay un tercer protagonista que no conviene olvidar por el peligro que encierra: el Ayuntamiento.

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