

Secciones
Servicios
Destacamos
Quizá si a la IA le pidiéramos una actualización, de fidedigno paralelismo social, de la escaramuza de Villalar, nos ofrecería un enfrentamiento, con armas bien ... distintas a las de entonces, entre el IBEX 35 y el gobierno de la nación. Y el objeto de la confrontación, mutatis mutandis, pues eso, que si los impuestos y el intrusismo de un omnímodo poder político en el comercio y otras cuestiones de índole particular. Desde 1521 han cambiado mucho las cosas, o no tanto. Más los actores, lo agentes intervinientes. En ningún caso, desde luego, aquello fue una revuelta revolucionaria, ni nadie quería asaltar los cielos, ni el estrato más humilde de la sociedad reclamaba nada, salvo no perder el pellejo quienes combatieron como grueso de la tropa. Y poco más.
Cuando tuve la curiosidad, hace ya unos años, de palpar directamente lo que allí se producía se entremezclaron algunas sensaciones ya anotadas en otros lugares tiempo atrás: feria medieval de medio pelo, romería de santurronería laica, festival de la panceta… Nada que simbolizara el orgullo de una sociedad de luche por mejorar, por alcanzar algún tipo de excelencia. Una vulgaridad con banderas que izaban la simbología cuya traslación ideológica impulsó las mayores matanzas en la humanidad. En alguna edición anterior desde los púlpitos de la extrema izquierda se defendía, sin ambages, el terrorismo de ETA. Batasunos de cuerpo presente, incluidos. Vamos, un ambiente conciliador, ese talante tan talentoso que filtra desde su fascista sectarismo lo bueno de lo malo. Quien puede asesinar por el bien de un pueblo, una tribu… Y cosas así. Esas leyendas.
Y de aquella escaramuza del siglo XVI a una reyerta en 1987, con muerto incluido. Todo muy punk. El caso es celebrar algo. Una derrota, un funeral… Y, claro, lo políticamente correcto debe ser decir que allí se da cita el espíritu de nuestras gentes. Será el de algunos, pero si la comunidad avanza no es, precisamente, por la media aritmética cognoscitiva, de esfuerzo y de valores democráticos (de los de verdad) del personal que a granel se congrega. Salvando, como siempre, excepciones.
Al igual que aquel torero que llegó a gobernador civil, según su propia expresión, «degenerando», la festividad de Villalar prosigue su camino, lento pero seguro, de contaminación partidista, ideológica, como ejemplo de las leyendas de posverdad tan de consumo en la actualidad.
Quedará como concentración propicia para completar la colecta de la Taberna Garibaldi. Un parque temático para nostálgicos de lo que nunca sucedió.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.