Carnavales 2-Capillitas 1

Me ocurre con la Semana Santa, que más allá de ver una vieja foto de mi madre vestida de 'manola' del Nazareno y de la pertenencia de la parte Dávila de mi familia a esta cofradía, no despierta en mí recuerdos propios. Por eso el pasado Viernes Santo al ver como un bendito e íntegra la procesión, estuve cuatro horas sentado en la Plaza Mayor de Valladolid con la memoria activada. Y créanme que apenas conseguí recuperar información de cómo era mi Semana Santa de niño, de joven y, al fin, de maduro.

Recuerdos vagos, como que mi padre contaba que sus cines estaban cerrados por orden de la España católica y que aquello era un gasto que asumía por obligación, como hicieron los hosteleros con la pandemia por orden de la España aconfesional con aspiración a laica: cierre usted, corra con los costes fijos y lo de indemnizarle, olvídese, que a mí que me registren. O recuerdos de películas repetidas en televisión o de una discoteca en la que bajaron la música al paso de la procesión, por si acaso.

De esta Semana Santa –de la que aún me acuerdo, que tan gagá no estoy– me llevo, además de la heroicidad de la próstata en el desfile procesional y la compañía de la familia mexicana de los Acedo, cuando propuse a mis hijas gaditanitas que fueran conmigo. Ellas, sin ánimo de ofender, contestaron: «Carnavales 2-Capillitas 1» y me explicaron que es lo que dicen este año en Cádiz, porque en junio celebran un segundo Carnaval. Lo guardaré en la memoria, que tengo sitio.