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Belén en el corazón

«¡Un Belén en la sede de Europa! Los inquisidores buenistas se palparán la cartera y musitarán desdeñosos que son partidarios de la rendición incondicional ante el chantaje de los islamistas»

Gonzalo Santonja

Valladolid

Viernes, 25 de diciembre 2020, 09:03

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En estos días navideños, infelizmente azotados por la calamidad de la pandemia, me alcanza uno de los consejos poéticos de Antonio Machado: «Anoche cuando dormía/ soñé, ¡bendita ilusión!/ que era Dios lo que tenía/ dentro de mi corazón».

Menudo sueño el de don Antonio, un hombre que se sentía «en el buen sentido de la palabra, bueno». Un sueño en estos tiempos casi subversivo. Ahí es nada, tener a Dios dentro del corazón. Los poetas de verdad grandes, como el autor de «Soledades» y «Campos de Castilla», atesoran el don de las palabras debidas en el momento exacto, y por eso dan de lleno en el blanco de las emociones y en la diana de las esperanzas. Porque en estos tiempos aciagos que más queríamos que sentir, siquiera fuera durmiendo, a Dios dentro del corazón, ilusión de las ilusiones que al parecer no comparten los mandarines del Parlamento Europeo que han rechazado la petición de poner un Belén en la sede de Bruselas, como si estos días no se celebrase precisamente el nacimiento de Jesucristo, acontecimiento hondamente incardinado en la raíz de la cultura europea.

¡Un Belén en la sede de la comunidad! Los inquisidores buenistas se palparán la cartera y musitarán desdeñosos que son partidarios de la rendición incondicional ante el chantaje de los islamistas, no vayan a enfadarse. Frente a sus dictados cobardes, yo sigo con Machado: «En el corazón tenía/ la espina de una pasión; logré arrancármela un día:/ ya no siento el corazón».

Queridos lectores, feliz Navidad con Belén en el corazón.

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