Los barones de la mesa alargada, todos del PP, todos en torno al líder que no pudo gobernar, Alberto Núñez Feijóo, coincidían en una sola ... cosa: Cataluña, la de la amnistía, la del 1-O, la de la tocata y fuga de Napodemont, la del acuerdo con el sanchismo y el sometimiento a Salvador Illa, esa Cataluña, nos roba. O por emular al nacionalismo de la viga en ojo propio, 'ens roba'. Que no hay comunidad –quitando al País Vasco y Navarra, claro– que no salga perdiendo con el concierto-cupo-singular o como se llame.
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A partir de ahí se acaba la unanimidad. Ayuso advierte al resto de que no caigan en la trampa de Sánchez, que no acudan a las reuniones bilaterales, que les van a embaucar con un soborno. Alguno mira con ojillos de querer a la prometida condonación de deuda, que le vendría muy bien. Y otros echan cuentas porque, si al final hay que ir a la Moncloa, habrá que llevar un excel. ¡Qué menos! A Mañueco le preguntaron, el primer día, si el PP iba a estudiar el pasado viernes, en esa cumbre de baronías territoriales, un modelo de financiación autonómico. Respondió que eso le toca a Sánchez, que ellos solo iban a quejarse otra vez por el trato privilegiado, perdón, singular, a Cataluña.
Porque la clave es que dentro de las autonomías-PP hay tortazos por elegir el modelo de financiación que más convenga a unos o a otros. Castilla y León está más cerca de la Castilla La Mancha del socialista no sanchista Emiliano García-Page que de la Comunidad Valenciana. Por eso la negociación del sistema de financiación autonómica lleva varada lustros. Y por eso no hay visos de un acuerdo. ¿Se imaginan a todos los presidentes, de todos los colores, gritando a la vez que el de al lado, propio o ajeno, les roba?
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