Incendios y negacionismo
«La UME, la Guardia Civil, el Ejército, los bomberos, los sanitarios, las cuadrillas de voluntarios y los ciudadanos particulares son quienes de nuevo han sabido dar una respuesta de altura, solidaria y generosa»
Tanto con la DANA del pasado otoño en Valencia como con los recientes devastadores incendios de este verano, principalmente en Galicia, Castilla y León y ... Extremadura, los ciudadanos hemos podido comprobar que los políticos anteponen sus enfrentamientos partidistas y acusaciones recíprocas con el fin de ganar votos, a gestionar la ayuda rápida, coordinada y eficaz que las personas afectadas necesitan. Un penoso espectáculo que se suma al daño producido por las propias catástrofes naturales, que en muy poco tiempo arrebatan viviendas, bienes y recuerdos personales, tierras, pastos, animales, medios de vida, pueblos y, en ocasiones, hasta la propia vida de las personas.
Lo que ha ocurrido con los políticos del Gobierno central y de las Comunidades Autónomas, o de las Comunidades Autónomas y del Gobierno central, que tanto monta, todo ese triste espectáculo de falta de coordinación y de protocolos de respuesta bien ensayados entre los distintos niveles de la Administración del Estado ante graves emergencias nacionales, echándose la culpa unos a otros, no debiera producirse nunca más. La responsabilidad es de todas las Administraciones. Todas están obligadas a actuar en circunstancias tan graves con independencia de su color ideológico. La respuesta debe estar prevista y acordada entre todos. Los ciudadanos ya son víctimas de estas catástrofes cada vez más frecuentes, pero no pueden serlo también de la lucha por el Poder entre los políticos.
La UME, la Guardia Civil, el Ejército, los bomberos, los sanitarios, las cuadrillas de voluntarios y los ciudadanos particulares son quienes de nuevo han sabido dar una respuesta de altura, solidaria y generosa. Entre los políticos, sólo los de los municipios han estado a esa altura.
Las causas y consecuencias derivadas de las grandes catástrofes naturales, y de su mejor o peor gestión política, suelen ser diversas. Como sucede con los hechos complejos, tienen un origen multifactorial que en ocasiones resulta difícil de ponderar hasta para los propios expertos en las materias: número de factores implicados, peso de cada uno de ellos, secuencia de acontecimientos pre, intra y post, etc. Por este motivo, estos sucesos a menudo terminan en los Tribunales de Justicia, donde los peritos aportan criterios técnicos no siempre coincidentes. En los últimos tiempos, en las redes sociales se añade otro penoso espectáculo, el de la desinformación, los bulos y las fake news que gente poco cabal pone en circulación.
En su visita a uno de los pueblos afectados, el rey Felipe VI lo dijo con claridad: los planes contra los incendios y otras catástrofes deben revisarse. En los próximos años habrá que aumentar los medios humanos y materiales, tanto terrestres como aéreos, la dotación de la UME, limpiar y retirar la mayor cantidad que se pueda del combustible de los montes antes del verano, contratando cuadrillas, etc. Hay que adoptar medidas preventivas adecuadas, porque además de los muchos incendiarios por interés, de los pocos pirómanos diagnosticados y de las muchas negligencias, entre los factores implicados que van en aumento están el calentamiento global y los cambios climáticos de las últimas décadas. Reconocidos, a pesar de los partidos políticos negacionistas climáticos, por un gran consenso de científicos, organismos internacionales e instituciones públicas como la NASA.
El negacionismo de este siglo se comporta igual que una secta ideologizada, fanática. Su antecedente más notable es el pintoresco 'terraplanismo', que todavía existe. Cuando Don Quijote choca de noche con la iglesia de El Toboso, dice esto: «Con la iglesia hemos dado, Sancho» (Q II, 9). Una frase descriptiva de significado literal que nada tiene que ver con el posterior significado simbólico de la paráfrasis que se ha hecho famosa: «Con la Iglesia [con mayúscula] hemos topado, amigo Sancho». La razón y la ciencia siempre topan con muchas Iglesias. Cada vez hay más pseudociencias. Topar con la actual Iglesia Negacionista resulta inevitable, pero la mayoría de la sociedad bien informada y de los profesionales la conocen. En general, se la hace entre muy poco y ningún caso. Afortunadamente.
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