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Rugby / Final de liga
El Salvador salta la banca y levanta el título nueve años despuésHabría que poner unas básculas en Pepe Rojo. No las pido para los jugadores, ni para el cuerpo técnico; a estos, el esfuerzo se les ... supone. Lo digo por los aficionados. Que se pesaran antes de entrar en las instalaciones, al mediodía, y dos horas después, de camino a la comida familiar o el vermú entre amigos. Seguro que casi todos èrdieron este domingo más de un par de kilos, por el sofocón del calor que nos azota estos días y, sobre todo, por la enorme tensión que se vivió, y se sufrió, durante los más de ochenta minutos de partido de rugby.
Si eres pucelano, valió la pena, porque sirvió para que el Inexo El Salvador ganase la Liga y regalase un título más a la ciudad; si eres complutense, también, aunque menos, no fue suficiente para romper una sequía de cuarenta años, pero sí para cerrar una temporada en que Cisneros se codeó, y hasta tumbó, a los más grandes.
Inexo El Salvador
González Alonso, Romanos, Jacobo Ruiz; Peña, Rodrigo Fernández; De la Llana, Santa Cruz, Diego González; Munilla, Ortega; Blasco, Torres, Rust, Julio Sanz; y Bell. También jugaron Leuila, Víctor Sánchez y Alvarado.
14
-
11
Complutense Cisneros
Fernández-Durán, Gonzaslo González, Vallejo; Antozzi, Riva; Borraz, Moretón, Rizzo; Nicolás Infer, Vinuesa; Miguel Pérez, Ike Irusta, Alejandro García, Yako Irusta; y Armani . También jugaron Edginton, Hugo González, Soriano, Andrés Petros, Fonseca, Bergasa, Vessuri y González Núñez.
Árbitro: Eki Fanlo Antzin, vasco. Amarillas a De la Llana (min. 17) y Diego González (min. 72)
Marcador: 3-0 (min. 2): golpe de Ortega. 3-3 (min. 7): golpe de Vinuesa. 6-3 (min. 12):golpe de Ortega. 9-3 (min. 22): golpe de Ortega. 9-6 (min. 26): golpe de Vinuesa. 9-11 (min. 35): ensayo de Riva. 14-11 (min. 53): ensayo de De la Llana.
Incidencias: Final Liga de División de Honor. Pepe Rojo, al borde del lleno, con numerosa y animosa presencia de seguidores madrileños. Calor de bochorno. Pasillo de honor a la plantilla de Colina Clinic El Salvador, campeones de Liga y Copa.
Una final clásica, de las de juego poco vistoso, sin espacio para las alegrías, siempre con la emoción de un marcador ajustado que separaba la victoria de la derrota por una jugada; un alambre en que El Salvador se movió como un funambulista durante toda la temporada, todas sus victorias ligueras, menos dos, se resolvieron con un colchón por debajo de los siete puntos, lo que habla muy bien del carácter competitivo de la plantilla que dirige Álvaro Gorostiza. Una vez más, llevó la iniciativa, se puso por delante, vio cómo el rival le comía terreno, le adelantaba por la derecha, hasta necesitar un segundo impulso para la remontada y un tercero para resistir hasta el pitido final.
El Salvador ha alcanzado una mayoría de edad en que le ha salido antes la barba que los dientes. La idea de este curso 24-25 era consolidar la progresión del 23-24, si antes era entrar en el grupo de los grandes, ahora se trataba de competir contra ellos y meterles algún susto; solo que el pasmo ha sido de tal magnitud que cierran la temporada con un título de campeón de Liga y un subcampeonato de Copa, así que han conseguido en un año lo que esperar hacer, o no, en tres.
El partido era un campo cargado de minas para el Inexo El Salvador, con las heridas del Zorrilla todavía supurantes de lesión y sanciones; y todo ante un Cisneros que llegaba al Pepe Rojo sin complejos, aupado por un enjambre azul-azul que le acompañó desde Madrid, y que se sumó al baile como ese invitado de última hora que se cuela sin tarjeta y se vuelve a casa con la reina de las fiestas (Burgos) y su dama de honor (Alcobendas). Su idea era repetir plan por tercera vez, mantenerse a tiro del favorito, agazapado, y lanzar un zarpazo cuando el de enfrente se despistaba o le entraba el tembleque de la presión.
Inexo El Salvador saltó al campo, como si quisiera sacudirse de un plumazo las arrugas de la Copa; su delantera embistió bien el primer oval dividido y Santi Ortega acertó con los palos en su primer intento. Buena señal. Solo que enfrente estaba Cisneros con Vinuesa al volante, quien le dio velocidad al tráfico del balón y a ensanchar el campo; El Salvador se aplicó a la defensa, aun a costa de cometer un castigo que recuperó el empate en apenas unos minutos.
El dominio del balón y del territorio era del Inexo, que alineó a Diego González para sustituir a Du Plooy; un ocho puro por un jugador que se alineó de talonador en las últimas grandes citas. Los delanteros exigieron a Cisneros hasta el punto de provocar castigos en posiciones de ventaja para el pie de Ortega; el apertura blanquinegro se vio tan seguro, con tres aciertos de tres intentos, que se atrevió con un drop que no encontró maderas. Esa jugada, junto a una amarilla a De la Llana por un placaje a destiempo al zaguero Armani, rompió la dinámica de El Salvador, a la deriva en los últimos minutos hasta el punto de conceder un ensayo al empuje del Cisneros, que siempre que se asomó a campo contrario regresó con puntos.
La segunda parte fue otra cosa porque las fuerzas flaqueaban, ni el aire llegaba igual a los pulmones ni la sangre a la cabeza. Con 9-11 a favor del Cisneros el título de Liga iba a caer en la balanza del que nol cometiera errores, o del que encendiera una chispa de inspiración. Y ese fue el Inexo El Salvador. Munilla y Ortega decidieron jugar un golpe de castigo a la banda, en vez de buscar los palos; los colegiales de la Plaza de San Pablo, ganaron la touch, empujaron en el maul, y la última carga de Rust llevó el paquete de delanteros más allá de la línea de marca. El Salvador devolvió así a Cisneros el golpe de antes del descanso y lo hizo con la justicia poética del protagonismo de Gerardo de la Llana y Víctor Sánchez, que entró en la segunda parte para dominar los aires, dos campeones en la última Liga de 2016.
Álvaro Gorostiza toma el relevo de Fernando Lavín, Javier González Cancho, Pepe Candau, Israel Gorostiza, Lewis Williams y Juan Carlos Pérez, los entrenadores que también hicieron campeón de Liga a El Salvador. Aunque habían pasado ya bastante minutos desde que Munilla pateó el balón fuera del campo para dar por finalizado el partido, Gorostiza todavía reflejaba esa mezcla de tensión por la igualdad en el marcador y de alegría por el título conquistado.
«Sabíamos que Cisneros es un equipo que compite muy bien. En la primera parte hemos salido con las ideas muy claras, sacando golpes de castigo, hasta que la amarilla [a De la Llana] nos ha desubicado».
«No ha sido el partido más vistoso en el juego de ataque, nosotros llegábamos muy limitados por las bajas. Hemos estado bien en defensa, bien en la touch, nos ha faltado afinar más en alguna que tuvimos en la segunda parte».
«Hemos tenido muy mala suerte con las lesiones porque no han sido musculares, una tibia, una luxación en el hombro, un cruzado, nos hemos tenido que adaptar en el juego, muy justos en jugadores, pero muy bien físicamente».
Gorostiza se mostró orgulloso por la evolución de su plantilla. «Tenemos que aprender a competir en finales, con más público [como en la del Zorrilla], hemos demostrado que no somos un equipo de estrellas, que todos tenemos que ir en la misma línea».
Gorostiza se acordó al final de la rueda de prensa de los voluntarios que participan en el día a día de El Salvador y en la organización de los partidos y los campeonatos nacionales. «Es lo que nos convierte en un club familiar y cercano».
Faltaban todavía muchos minutos, más de media hora, el arsenal de El Salvador disponía de un par de cartuchos de perdigones y un puñado de escudos para protegerse, con solo tres cambios ordenados por Gorostiza. Sorprendió Ortega al preferir un pateo a la banda, con el fin de sentenciar, antes que a palos, que daba la opción de irse a seis puntos. El Salvador no acertó en redondear un segundo touch-maul, caminó sobre el precipicio de los tres puntos de ventaja y se encomendó a la ayuda de las oraciones. Cisneros estaba donde quería, con el balón en sus manos y contra un rival con catorce por una segunda amarilla, con Nicolás Infer siempre cerca de la oreja del árbitro, entonces sí en campo contrario, y con puñales en la bota derecha de Gonzalo Vinuesa, un valor seguro, para empatar y forzar una prórroga. Su primer intento se deslizó, por poco, fuera del palo derecho; quiso ajustarlo con el siguiente y el pateo se marchó también poco, esta vez por el palo izquierdo. Todavía flotaba un suspiro en el, aire y el Inexo El Salvador lo atrapó para gastarlo en un grito de alegría por el título de Liga que acababa de conquistar sin estar en el pronóstico de nadie meses atrás.
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