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El Betis dice adiós al sueño de la Copa del Rey y Canterac se llena de lágrimas
El heroico equipo vallisoletano queda a las puertas de forzar la prórroga después de ir dos goles abajo ante un Getxo que sí disfrutará del torneo del KO
Juan Díez Regidor
Valladolid
Sábado, 4 de octubre 2025, 20:40
Dentro de que el fútbol de justicia entiende lo justo y necesario –al fin y al cabo es un deporte y el deporte es alegrías ( ... pocas) y penas (casi todas)–, hay escenarios, hay situaciones que solo se pueden explicar desde el infortunio, desde la adversidad, que no cesa en colores verdiblancos. Cuatro meses después de caer en 'play-off', el Betis sufrió un golpe de autoestima aún más dramático si eso era posible.
Perdió ante el Getxo (señor equipo) y se despidió de jugar contra un rival de Primera División en Copa del Rey. Cayó con honores. Porque se puede caer de muchas maneras, ya que el fútbol además de caprichoso es evolutivo, cambiante, impredecible. Lo que en el 80 era una derrota sin paliativos en el 95 se convirtió en una puñalada en el pecho. Peor que eso. El pitido final se clavó como si fuera el final de la temporada. Que no lo es, pero sí el de un sueño del que uno de los dos se tenía que despertar antes de iniciarlo.
Y ese fue el equipo que no acertó y, por tanto, falló. Dentro de la balanza de justicia (que cada uno tendrá la suya) y del análisis del partido el encuentro (que es extenso de narices) todo se resume en las dos áreas. La propia y la ajena, con el denominador común de que en ambas salió cruz.
Betis
David Ortega; Gonzalo (Yuberth, min. 60), Gil, Víctor (Samu, min. 60), Álex Pérez (Puyi, min. 63); Brian, Marc; Medina, Iván (Iker, min. 75), Mario González; y Collado.
1
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2
Getxo
Ager; Mikel, Koldo, Beñat, Marcos; Oier (Iker Ansotegi, min. 40), Iker Torralvo (Fernando, min. 78), Markel Pradera; Iker Álvarez, Markel Garrido (Jagoba, min. 46) y Ander (Iker Ansotegi, min. 70).
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Goles 0-1 Iker Torralvo (min. 53). 0-2 Iker Álvarez (min. 76). 1-2 Medina (min. 81).
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Árbitro Óscar García (Santander). Amonestó a los visitantes Oier e Iker Torralvo.
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Otros datos Finca Canterac. 1000 espectadores.
El primer gol de la eliminatoria no llegó hasta el inicio de la segunda parte. No estaba el encuentro para una desconexión y se produjo. Entre centrales, para que Iker Torralvo fusilara a David Ortega, muy poco firme. Y como él, el resto del equipo, que no se repuso del mazazo hasta tarde. Muy tarde, aunque no del todo. Mientras el conjunto vasco metía pierna fresca lo cierto es que lo que entraba del banquillo local no mejoraba lo que había, a excepción de un Yuberth ambicioso. Se fue Iván, uno de los mejores, se marchó Víctor, que era necesario, se sentó Álex por lesión y el suflé fue adelgazando. Hasta el segundo, que silenció Canterac.
Tan cierto es que el partido se puso de aúpa como que el Betis encontró lo que en ese momento menos buscaba, o al menos no con el ánimo del primer acto. El gol, se entiende. Hasta el descanso se intuía gol en ambas porterías, estaba todo tan igualado que el resultado gafas contentaba y sulfuraba a ambos por igual.
Con 0-2, una cabalgada de Mario González terminó en una asistencia a Álex Medina, que marcó a placer. La grada se vino abajo y el equipo olió la sangre que un minuto antes no imaginaba ni a leguas. Había partido, vaya que si lo había. Lo que no había era gol.
Es fácil describir lo que sucedió después, otra cosa es aceptarlo; es comprensible no levantar dos goles en apenas minutos, otra cosa es olvidar las que se marcharon al limbo. La primera la puso Yuberth a la cabeza de Collado (era el 91). No la empaló. La segunda la templó Samu a la testa de Iker (era el 96). La mandó arriba. Es difícil tenerlo más cerca; es imposible un final más doloroso... y orgulloso.
Orgullo de los centenares de béticos que creyeron desde una grada abarrotada; orgullo de los de siempre, los que salieron al verde con su camiseta histórica para dar la bienvenida al partido y a sus gladiadores, quienes les iban a representar minutos después (y lo hicieron con galones). Ahí saltó con la zamarra Luis Navarro, a sus 83 años (68 de ellos socio del Betis). Se llevó la desilusión de su vida, pero la caña de después en su bar no se la quitó nadie. Quizás hoy no haya mucho que celebrar en lo deportivo, pero se ha ganado mucho más. Un barrio entregado a unos colores que, este sábado, rozaron la Copa de Su Majestad el Rey.
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