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Rafael Vega 'Sansón', José María Nieto y César Oroz moderados por José F. Peláez, cerraron la jornada del sábado. FOTO A. MIngueza/vÍDEO RODRIGO UCERO
Rafael Vega 'Sansón', José María Nieto y César Oroz

«Fue una desgracia que Delibes dejara el humor gráfico»

Los humoristas gráficos Rafael Vega 'Sansón', José María Nieto y César Oroz rinden homenaje al Delibes dibujante durante una mesa redonda

Laura Negro

Valladolid

Jueves, 7 de octubre 2021, 21:09

Ser viñetistas les permite ser valientes con la realidad que les rodea. Hacen humor, buscan la crítica y encuentran la gracia en sucesos que son ... muy serios. Los humoristas gráficos Rafael Vega 'Sansón', José María Nieto y César Oroz han cerrado la primera jornada del Congreso Internacional de Periodismo 'Otra forma de mirar', organizado por El Norte de Castilla y la Fundación Miguel Delibes. Lo hicieron rindiendo su particular homenaje al Delibes dibujante y destacando la viñeta, como ventana de la libertad de expresión. El escritor y articulista vallisoletano José F. Peláez, fue el encargado de moderar este encuentro en el que todos defendieron el humor gráfico como género literario con gran futuro por delante.

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Peláez, Sansón, Nieto y Oroz hicieron lo que mejor saben hacer, crear una atmósfera distendida y divertida que el público agradeció. El moderador puso en contexto la figura de Delibes como dibujante. Fue en octubre de 1941 cuando MAX se asoma por primera vez a las páginas de El Norte. Así firmaba el vallisoletano sus viñetas diarias en las que nunca faltaba la denuncia a la censura. «Delibes llegó al periódico con una carpeta llena de dibujos pidiendo una oportunidad. ¿Os suena?», preguntó a los humoristas gráficos.

«Es algo que hemos vivido todos», dijo con sorna Sansón. «Delibes interesa más como literato. Como dibujante se echó a perder. Me fascina del Delibes dibujante que se tomaba muy en serio el dibujo y la pintura. Quería ser un gran retratista. Eso se nota en sus caricaturas, que están llenas de detalles. Siempre intentaba captar la psicología del personaje. Geache (Gregorio Hortelano), fue el gran dibujante de El Norte en tiempos de la República. Fue todo un maestro de la caricatura. Cuando Delibes comenzó a trabajar tras la guerra, se le notaba mucho la influencia de su predecesor. Lo mismo ocurrió con Palencia, otro de los grandes de este diario. Delibes estuvo poco tiempo dibujando, pero para él, la caricatura era algo fundamental», destacó.

El vallisoletano José María Nieto, experto en buscar la chispa a la actualidad política y la sociedad local, destacó que el escritor como humorista gráfico «era genial». «Sus viñetas eran realmente graciosas. Es paradójico que el Delibes novelista tan significado por la muerte, tan denso, pesimista y hasta opresivo, comenzara su carrera escribiendo chistes. Fue una desgracia que dejara el humor gráfico», apuntó. «Tenía mucho mérito», contestó Sansón. «Era capaz de dibujar el resumen gráfico de un partido en una mancha vertical. Siempre buscaba la pose que se adaptaba a la verticalidad», alabó.

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Fue César Oroz el que introdujo en el debate el tema de la libertad de expresión y apuntó que «hacer viñetas de deportes puede ser un refugio para el dibujante. Es un terreno muy cómodo para un novato, que te permite no meter el dedo en la política hasta que no tienes más poso. Sus caricaturas deportivas siempre me han encantado», opinó este pamplonica que lleva el humor como bandera.

Siguiendo con la libertad de expresión, Nieto apuntó que mientras los políticos tienen puertas giratorias, los dibujantes tienen ventanas oscilobatientes, «porque cada vez podemos hablar de menos cosas. Yo no tengo miedo a la censura. Se puede hablar de todo y hacer chistes utilizando la vía indirecta. En los momentos de más censura es cuando el trabajo del dibujante brilla más, porque tiene que buscar otras vías para decir las cosas». Oroz opinó que humorista gráfico tiene que tener la mente abierta para dibujar lo que piensa. «Las redes sociales también ejercen mucha presión sobre nosotros. Una presión que a veces no compensa», señaló.

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Sansón remarcó que la última crisis económica fue dramática para el sector de los humoristas gráficos. «Muchos acabaron en la calle por la presión que hacían los poderes económicos. Nosotros tenemos que encontrar el recoveco para colarnos por donde tenemos que colarnos. Si ese chantaje llega a los columnistas, a los informadores, Si ese chantaje llega a quienes componen los titulares de prensa, ¿cómo no va a llegar a la opinión?», se preguntó.

«Es que antes, cuando un chiste molestaba, podía llegar una o dos cartas al director. Hoy, cuando un chiste molesta, el aluvión de respuestas enfadadas en redes sociales, pueden ser 300 tweets que a veces no se gestionan bien. Ahora el límite de la libertad de expresión es la sensibilidad de quien se siente ofendido, no se pueden hacer chistes de nada», dijo Nieto. «Como autores se nos escapa el hecho de que nuestros chistes pueden ser malinterpretados y de que alguien se puede sentir ofendido. Pero no puedo controlarlo ni debo pensar al dibujar si mi chiste puede ofender a alguien. Si lo pensáramos, nunca haríamos nada porque todo lo que se nos ocurre, cualquier chiste, puede ofender. Al fin y al cabo, un chiste es un disparate», añadió Sansón, que es experto en dar su opinión sobre temas de actualidad, siempre desde el humor.

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Oroz, en ese sentido dijo que siempre intenta que el chiste vaya dirigido a una figura pública, «el límite es cuando pasas a la persona particular. No puedes reírte de una persona particular». «Los que hacemos humor de prensa, el 80% de las veces lo hacemos sobre figuras públicas que tienen menos derecho a la queja», replicó Oroz.

Como autores, los humoristas gráficos también establecen su propio universo y trinchera. «Estamos en un nivel de periodismo que es reflejo de la política actual. Yo intento no seguir el paso a paso del político de turno. Si no, nos convertiríamos en periódicos de partido. Cada uno debe seguir su propio camino. Nosotros no somos la opinión del periódico. Somos una opinión más dentro del periódico», dijo Oroz.

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Nieto señaló que el lector es soberano y que «hay que tener más miedo al lector que al jefe. Trabajamos para añadir lectores al periódico. El humor es un género literario. La gente lee las viñetas porque están muy bien dibujadas y son entrañables. La viñeta consigue crear un vínculo emocional con el lector que va más al corazón que al cerebro».

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