Pequeños jardines centenarios que marcan la personalidad soriana

El clima, el más frío de toda la zona de calidad, y la genética son dos de los aspectos únicos que marcan a la Ribera del Duero soriana, según Bernard Sourdais, presidente del colectivo. «Tenemos una diversificación genética de tempranillo único y propio de Soria, que viene a caracterizar los vinos que hacemos», explica. En esta línea, insiste en que «hoy en día se trabaja en todo el mundo por clones, pero aquí estamos hablando de viñas viejas, con más de cien años, éstas no han sufrido esta selección que se hizo más tarde». Y es que, de la superficie de viñedo viejo, la mayor parte es prefiloxérico, «de pie franco, que no están ni tan siquiera injertados. A nivel mundial es una joya, se encuentra en pocos sitios en el mundo. Tenemos que demostrar que es un patrimonio único», insiste el bodeguero francés afincado en Soria desde hace dos décadas. Pie Franco es el término con el que se define aquellas vides que no están injertadas en pie americano, al sobrevivir a la filoxera. En la plaga vivida en 1870, la mayoría de las plantas se vieron afectadas y la solución fue injertar la vid europea en raíces americanas.

Por lo tanto, algunos de los viñedos sorianos cuentan con hasta dos siglos de historia, aunque, en muchos casos, es complicado datarlo exactamente, ya que en Soria el catastro comenzó a funcionar en el año 1904. «Pero, por ponerte un ejemplo, hace poco compramos un viñedo que, en el catastro de hace 116 años, ya se registraba como muy viejo, entonces imagínate», narra. La peculiaridad del viñedo soriano se acentúa más aún, para Sourdais, por su distribución en minifundios, semejantes a pequeños jardines, con parcelas que rondan entre las 0,05 y las 0,25 hectáreas. Unas parcelas, levantadas sobre suelos diversos, desde guijarros, areniscas, margas, arcillosos unidos siempre a un elemento de base calcárea...

El frío es otra de las señas de identidad de la ribera soriana, cuenta con las temperaturas más bajas de la zona de calidad, al estar encajada entre dos cadenas montañosas, el Sistema Central y el Sistema Ibérico. «Estos dos sistemas de montaña son los responsables de que el aire sea más frío. En Soria hay 1,1 grados menos de media anual que, por ejemplo, en Peñafiel. Es una cosa importante», detalla Bertrand Sourdais. Respecto a la altura de las explotaciones, se mueven en una cota que va entre los 850 y los 1.020 metros.

El portavoz del colectivo de Viñas Viejas de Soria cree que todas esas peculiaridades se trasladan a la copa a través de los vinos de la zona, en la expresión del terruño. «Para aquellos que buscan perfiles de vino cada vez más frescos, coordinación nariz y boca más primaveral, Soria tiene un papel muy importante. Sí que es verdad que los vinos son distintos, no entro a si son mejores o peores, pero diferentes, un perfil propio de lo que podemos hacer aquí».

A partir de ahora, el colectivo de bodegueros sorianos tiene un claro objetivo para el futuro inminente: saber comunicar esa diferencia y la importancia de los vinos que se hacen es esa provincia. También incluyen el reto de ir recuperando algunos viñedos viejos en estado de abandono o semi abandono, una labor que deja horas y horas de trabajo por delante. La asociación está conformada por elaboradoras, la mayor parte, de tamaño mediano con una producción media de unas 10.000 botellas al año, e incluso muy pequeñas, con elaboraciones que no sobrepasan las 2.000 botellas al año.