La historia pendiente

La película ofrece una versión inédita de lo que pudo ocurrir aquel último día de 1936, cuando el intelectual vasco fallecía en su domicilio salmantino con la única presencia de Bartolomé Aragón, profesor de la Universidad de Salamanca recién llegado a la ciudad y hombre adepto al régimen franquista. Según sus palabras, que han sostenido el mito de que el rector de la Universidad de Salamanca manifestó su adhesión a la causa del bando nacional incluso en su último suspiro, Unamuno afirmaría que Dios no podía volverle la espalda a España y que España se salvaría porque «tiene que salvarse». Aunque a juzgar por lo ocurrido desde la rebelión militar de julio entre sus más queridos amigos y el desencuentro protagonizado en la Universidad el 12 de octubre de aquel mismo año con Millán Astray, semejante colofón biográfico debía ponerse en duda, tal y como propone la cinta de Menchón que intenta centrarse en las circunstancias del enigma desde que Miguel de Unamuno no solo es diputado por Salamanca en las Cortes constituyentes tras el fin del reinado de Alfonso XIII, sino que habrá de ser considerado –dado su crédito personal y su altura como intelectual y político, así como por su capacidad aglutinadora de un notable consenso– para el cargo de presidente de la República. A este agasajo habrán de añadirse el nombramiento como alcalde y rector vitalicio de la Universidad y Ayuntamiento de Salamanca e incluso su recurrente candidatura al Premio Nobel que, como aclara Menchón en su película, pudo ser boicoteada por los nazis.

Menchón traza intencionadamente el escenario y la figura de su protagonista con someras pinceladas porque el verdadero propósito de su película ha de concentrar la atención del espectador en dos episodios culminantes. El primero de ellos tiene que ver con la confrontación dialéctica que tuvo lugar el 12 de octubre con Millán Astray, para lo que arrojará luz en el asunto, puesto en duda por la alimentación de su leyenda negra, gracias a las notas de un testigo del acontecimiento, acaso suficientes para probar que la significación de Unamuno, contraria a la exaltación franquista, fue evidente, «imprudente e inoportuna», dadas las amenazas que se cernían sobre él y cualquier atisbo de intelectualidad crítica con el estallido violento jaleado por el creador de la Legión.

De igual modo, Menchón empeña el trabajo documental que sostiene su película en desenmascarar la falsedad admitida en la historia escrita por el bando vencedor de que Unamuno mostró su adhesión al régimen franquista y avanza en este sentido hasta sembrar dudas sobre el testimonio de Bartolomé Aragón y de lo que pudo ocurrir en la casa de Miguel de Unamuno durante su visita aquel 31 de diciembre.

El hecho de que no se le practicara autopsia alguna, de que su cadáver no fuera velado ni custodiado durante al menos 24 horas antes de su inhumación –como determinaba la legislación– y que le fuera arrebatado a la familia con este objeto, o que la hora del óbito en el acta de defunción y la del certificado de sepultura no fueran coincidentes, no hacen sino alimentar la sospecha abrigada por la película de Menchón de que los detalles de la muerte de Unamuno están aún por esclarecerse debidamente.

Desde Argentina nos ha llegado 'Caperucita Roja' una composición audiovisual realizada por Tatiana Mazú González que intentará componer un mosaico de piezas inicialmente inconexas para relacionar la aventura vital de la abuela Juana, una emigrante española que vivió y padeció la guerra civil y el sangriento epílogo de los maquis, y la lucha contemporánea del feminismo argentino. La película que, si bien utiliza tintes documentales, arrumba a menudo hacia el video arte.