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La historiadora Helen Castor, durante su visita a España. R.C.
Las 'lobas' inglesas que gobernaron la Edad Media

Las 'lobas' inglesas que gobernaron la Edad Media

Guerra y paz ·

La historiadora Helen Castor rescata a grandes reinas del Medievo que se enfrentaron a los prejuicios machistas de su época

Álvaro Soto

Madrid

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Lunes, 13 de julio 2020, 01:12

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Una nueva generación de historiadores está derribando muchos de los prejuicios que sobrevolaban la Edad Media: ni fue una época oscura ni ignorante ni nula artísticamente. Ahora, la investigadora británica Helen Castor pone en cuestión otro, el del nulo papel de las mujeres durante estos mil años de historia, y lo hace en 'Lobas' (Ático de los Libros) rescatando las biografías de cuatro reinas medievales que, pese a las dificultades, se auparon por encima de los hombres y de las circunstancias que les tocó soportar.

Las protagonistas de la obra de Castor fueron aspirantes al trono inglés: Matilde de Inglaterra, Leonor de Aquitania, Isabel de Francia y Margarita de Anjou. A esta monarca nacida en Francia la llamó 'loba' Shakespeare, en su obra 'Enrique VI', y lo mismo hizo Thomas Gray con Isabel en 'El bardo'. La palabra trataba de vilipendiar a las mujeres que no querían ser simplemente 'esposas de' y que se convirtieron en «figuras amenazantes que parecían ambicionar todo el poder en la corte», explica la autora.

«Ninguna de estas reinas pudo reclamar su poder desde sus propios derechos porque no se les permitía aparecer como legítimas herederas. Todas tuvieron que idear sus estrategias», resume Castor. Queda claro que en la Edad Media, las espadas tenían nombre de varón porque ellos «estaban destinados a ser guerreros, defender sus reinos, sumar territorios y atacar antes de ser atacados». Los peligros a los que se enfrentaba la mujer eran muy diferentes: dar a luz en una época con gran mortalidad en los partos, tanto para las madres como para los recién nacidos, y criar a los hijos. «Como la sociedad no era capaz de asumir, todos se preguntaban quién gobernaría por ellas», resalta Castor.

MUJERES PODEROSAS

  • Isabel de Francia (1295-1358). Hija de Felipe IV, fue casada con Eduardo II, hijo de Leonor de Aquitania. Junto con su amante, Roger Mortimer, lideró un ejército que obligó a su marido a abdicar en su hijo, también llamado Eduardo.

  • Leonor de Aquitania (1122-1204). Hija de Guillermo X, fue casada a los 13 años con Luis VII de Francia. Participó en la segunda cruzada y se casó con Enrique II, hijo de Matilde. Luego luchó contra él en nombre de sus hijos y acabó arrestada.

  • Margarita de Anjou (1430-1482). Su padre, Renato I de Nápoles, la casó con Enrique VI de Inglaterra para firmar una alianza, pero se levantó contra su marido y lideró la casa de Lancaster contra los York en la Guerra de las Dos Rosas.

  • Matilde de Inglaterra (1102-1167). Nieta de Guillermo el Conquistador e hija de Enrique I de Inglaterra y Normandía, tras la muerte de su hermano Guillermo luchó por ser la sucesora. Se enfrentó a su primo Esteban y acabó batallando por su hijo.

Pese a llegar al poder por caminos sinuosos, cuando no turbulentos, cumplieron con sus súbditos mejor que muchos de sus contemporáneos, afirma esta historiadora especializada en la Inglaterra medieval, profesora y miembro del Sidney Sussex Collee de la Universidad de Cambridge. «Las mujeres del libro fueron capaces de reinar, de reunir un apoyo muy grande entre sus súbditos y de manejar las corrientes internas de sus territorios mucho mejor que otros reyes del momento», asevera.

Isabel de Francia fue una revolucionaria. Ayudada por su amante, Roger Mortimer, se saltó todas las convenciones para abandonar a su marido, ni más ni menos que un rey, Eduardo II, y después derrocarlo porque su gobierno se había convertido en una tiranía. «Y lo mejor de todo es que recibió el apoyo del pueblo porque el país necesitaba un líder fuerte y ella lo era mientras que Eduardo era débil», cuenta Castor.

Algo parecido le tocó hacer a Margarita de Anjou, que destronó a su marido, Enrique VI de Inglaterra, un hombre incapacitado, pese a la oposición de la nobleza. «Margarita vivió una vida terrible, gobernar un reino con un marido incapaz y perder un hijo (Eduardo) en la primera batalla que combatió. Ella es la protagonista más trágica», resalta.

Matilde de Inglaterra fue en el siglo XII emperatiz del Sacro Imperio Romano por su matrimonio con Enrique V y cuando el rey murió, ella «luchó por sus derechos». «Pero cuando lo intentó, los cronistas de la época le dijeron que era arrogante y mandona, que quién se creía que era», recuerda Castor. Protagonista de una guerra civil que duró una década, Matilde tuvo que conformarse con manejar entre bambalinas el reinado de su hijo Enrique II.

Gran heroína

La nuera de Matilde, Leonor de Aquitania, «es una de las heroínas más grandes de la historia», asevera Castor. Con 13 años la casaron con Luis VII de Francia, un hombre al que rechazaba, y desde muy joven «aprendió las lecciones de la manera más difícil». «Pero tenía una voluntad extraordinaria. De hecho, fue ella la que inició el proceso de divorcio con Luis», subraya la autora. Después se casó con Enrique II de Inglaterra, con el que tuvo ocho hijos (dos de ellos, Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra), y conformó «una de las grandes dinastías de la Edad Media».

Las cuatro reinas que estudia 'Lobas' ¿desmienten la creencia de que, si las mujeres mandaran, el mundo sería un lugar más pacífico? «Hay que situar a estas reinas en su contexto. Formaban parte de un tiempo y un mundo en el que los líderes debían demostrar continuamente su valor con las armas: no había países y las fronteras se movían conforme a las batallas. Si una reina no hubiera defendido su territorio, se le habría achacado cobardía. Recordemos que una primera ministra británica (Margaret Thatcher) fue conocida como 'la Dama de Hierro', lo que demuestra que los ingleses entienden la firmeza como una virtud», argumenta Castor. «Pero en cambio», continúa, «sí podemos decir que en general, no les gustaban los conflictos y que buscaban modos de evitarlos. Vivían en la paradoja de intentar evitar la lucha y a la vez, cumplir las expectativas», culmina Castor, que esta vez se ha centrado en las reinas que aspiraron al trono británico, pero que sueña («cuando aprenda español», bromea) con contar la historia de Isabel de Castilla.

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