¿Noticias falsas o desprecio a los hechos?
Manuel Arias Maldonado analiza el impacto de la información y la desinformación en las decisiones políticas de la ciudadanía en su ensayo 'Posverdad y democracia'
Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan
Sábado, 1 de marzo 2025, 08:29
Al contrario de lo que solemos creer las noticias falsas (fake news en su expresión actual; patrañas en un español de otra época) suelen influir ... poco en la sociedad. Los estudios demuestran que apenas tienen efecto sobre la elección del voto, lo que no quiere decir que no haya quien no esté interesado en lograr impacto social gracias ellas.
Esto viene a cuento, por un lado de la conversación pública donde periódicamente unos temas parecen ponerse de moda sin que en realidad juzguemos cuánto hay de verdad y cuánto de exageración en lo que se dice de ellos. Por otro lado, es cierto que el populismo ha hecho de la posverdad una especie de emblema. Me gustaría hacer aquí un inciso. Para mucha gente populismo son las políticas de Javier Milei, Donald Trump o Viktor Orban. La realidad es que también lo son las políticas chavistas de Venezuela y otros países hispanoamericanos, las de Podemos y los Comunes o las de los partidos nacionalistas catalanes (Junts, ERC y la CUP), ahora, según parece, en decadencia todos ellos.
Posverdad y democracia

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Manuel Arias Maldonado. Página indómita. 285 páginas. 23,50 euros.
El populismo, ya lo sabemos, es un estilo político que, en gran medida, tiene su caladero de votos entre aquellos a quienes las crisis económicas han desplazado hacia una clase social inferior o entre quienes ven que las oportunidades que otros tuvieron en el pasado ya no existen en el presente. El populismo ha puesto frente a nosotros la endeblez de la democracia liberal incluso en un país con unos hábitos tan marcadamente favorables a las formas del liberalismo (con todo lo que ello lleva aparejado a nivel institucional) como son los Estados Unidos. Aquí, como anteriormente en otros países, España entre ellos, el Ejecutivo ha adquirido una preponderancia excesiva a costa del Legislativo y del Judicial. Los 'hombres fuertes' gobiernan por encima de las instituciones. Para ello los gobernantes se apresuran a colonizarlas, no sea que alguna de esas instituciones (el Tribunal Constitucional, el de Cuentas, incluso la televisión pública) pretenda ser independiente y ejercer su labor de manera autónoma (es decir pensando en los ciudadanos y no en el gobernante).
Las llamadas democracias iliberales (regímenes más o menos autocráticos y autoritarios en la práctica aunque no de derecho) han surgido en estas últimas décadas. Maldonado busca encontrar algunas razones que expliquen el cansancio con las democracias liberales (aunque habría que recordar que cansancio o desprecio siempre existió, no hay más que recordar cómo desde una cierta izquierda se las motejó de democracias formales, y quizás esto explique en cierta medida el auge de los populismos de izquierda en los inicios del siglo XXI). Otra de las razones que arguye tiene que ver con la Posmodernidad. Las democracias iliberales son la consecuencia lógica de unas sociedades posmodernas donde el cinismo, el cansancio y la negación a creer que haya verdades y hechos nos han encaminado a donde ahora nos encontramos.
Sin duda el argumento más interesante es aquel que señala las razones afectivas de las democracias. No somos, aunque así nos veamos, votantes racionales. A la hora de votar cuenta la adscripción socioeconómica y el partido político por encima de las políticas concretas. Algo similar ocurre con la verdad: estamos más dispuestos a creer lo que dicen quienes son de nuestra cuerda ideológica que lo que argumentan quienes son de otra incluso aunque la verdad esté de su parte. Ante tal hecho, Maldonado prefiere hablar de posfactualismo (los hechos tienen menos fuerza que las opiniones y las adscripciones ideológicas) antes que de posverdad, pues, ironías de la vida, no hay partido político que no la tenga entre sus empeños.
El libro, recomendable sin la menor duda, necesario en esta época, acaba con un capítulo en que resume lo expuesto y, ¡atención!, da algunas ideas para que las democracias liberales se enfrenten con éxito a los peligros del populismo.
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