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Imagen del interior de la sala del Musac. El Norte

José Luis Castillejo en busca de la escritura autónoma

Una exposición en el Musac recorre la trayectoria del escritor y arroja luz sobre sus descubrimientos

angélica tanarro

León

Martes, 3 de abril 2018, 12:39

José Luis Castillejo (Sevilla, 1930-Houston, USA, 2014) pasó una vida entera persiguiendo la autonomía de la escritura. Fue un adelantado a su tiempo que, como otros adelantados a su tiempo, supo de la soledad y de la incomprensión en torno a su trabajo. Esa falta de atención a su obra le pesó siempre al Castillejo escritor, que no poeta visual, etiqueta que a menudo se incorpora a su inclasificable obra pues, aunque él la evitara y una y otra vez tratara de quitársela de encima –«Me siento escritor y no poeta», dijo en muchas ocasiones— así como rechazaba el término ‘poesía experimental’, lo cierto es que no pocas veces los resultados de sus libros tenían mucho que ver, seguro que a su pesar, con esa poesía que rechazaba. E incluso al final de su vida dedicó a su segunda esposa un libro, ‘K’ –la inicial de su nombre, Kathleen— lleno de esa poesía que rechazó durante toda su trayectoria.

El Castillejo escritor –hubo otros, el diplomático, el coleccionista y crítico de arte– protagoniza una exposición en el Musac que ilumina una obra conocida solo en los círculos más próximos a su desarrollo y que la sitúa en el lugar que merece dentro de los movimientos que en la segunda mitad del siglo XX trataron de expandir los límites del arte. ‘Tlalaatala. José Luis Castillejo y la escritura moderna’ muestra al espectador una trayectoria coherente y esforzada, a ratos obsesiva, siempre audaz y sustentada teóricamente por el propio autor que en escritos y diarios fue exponiendo minuciosamente sus objetivos, y compartiendo con los pocos confidentes y coleccionistas cómplices que lo acompañaron, sobre todo en la última etapa de su vida, los proyectos que venían a su cabeza en los periodos fecundos, que alternó con otros de total inactividad.

Más de 200 obras, muchas de ellas expuestas por primera vez, dan la oportunidad de recorrer de inicio a fin un proyecto artístico empeñado en explorar nuevos mundos para la escritura partiendo de sus elementos, pero dejando a un lado la palabra, liberando la letra, liberando la escritura de la sonoridad musical y de los conceptos hablados, buceando en una escritura que superara la división entre poesía y prosa, empleando, sí, los recursos de ambas y de otras artes. «Yo no tengo nada contra el lenguaje. Soy escritor pero no literato. Y toda esa carga que el lenguaje aportaba a la escritura, para mí eso era una carga», declaró en algún momento sobre sus intenciones.

Imágenes de la exposición, el propio Castillejo y una de sus obras.
Imagen principal - Imágenes de la exposición, el propio Castillejo y una de sus obras.
Imagen secundaria 1 - Imágenes de la exposición, el propio Castillejo y una de sus obras.
Imagen secundaria 2 - Imágenes de la exposición, el propio Castillejo y una de sus obras.

La exposición es un exhaustivo recorrido por sus libros desde aquel primer ‘La caída del avión en terreno baldío’ de 1967 que sacó a la luz por recomendación de Juan Hidalgo cuando formaba parte del grupo Zaj. El libro no era en ese momento más que un conjunto de anotaciones para una posible autobiografía, Hidalgo le convenció para que lo publicara así, una resma de papeles mecanografiados dentro de una caja, «muy del tipo Fluxus de la época», relata Castillejo. Sobre su relación con el recientemente fallecido Hidalgo, Castillejo comentó: «Soy deudor de Juan Hidalgo, que me liberó dos veces. La primera cuando le conocí y me aceptó en Zaj, y la segunda cuando me rechazó y me dio la patada porque anduve por mi cuenta». Dos años después y ya fuera del grupo publicó su segundo libro, quizá el más conocido de todos: ‘The book of i’s’ (‘El libro de la i’) en el que la letra aparece en el centro óptico de la página en blanco solo cuando la palabra que designa el número de la página en inglés tiene una o más ‘íes’. El lenguaje queda así abstraído, convertido en el «sistema de colocación» de la letra en el libro. El libro juega con la organicidad de la letra, compuesta por dos elementos, básicamente un punto y un palo y con su significado en inglés (yo).

A esta obra sucedieron otras publicaciones como ‘The Book of Eighteen Letters’ (1972), 'El libro de la letra’ (1973), ‘El libro de la J’ (1999), ‘TLALAATALA’ (2001) o ‘Ventanas’ (2010). Pero la exposición no solo da cuenta de los libros que vieron la luz, sino que por primera vez muestra los muchos inéditos que componen la colección de Castillejo. Libros como ‘El libro del trío’ (1972), ‘El libro de las consonantes’ (1975), en los que explora las relaciones de las letras en el espacio y la descarga psicológica que suponen: «En la máquina de escribir las letras están visualmente delante y se las elige. En la pluma las letras hay que pedirlas a la memoria». Vendrían después ‘El libro de los errores’(1975-76) o ‘El libro de la T’ en el que también aborda la mancha de tinta como error, pero también como pulsión psíquica. («Ahora me doy cuenta de que mi escritura ha sido mi verdadero psicoanálisis»). Y los libros del final como ‘The Fall of Constantinople’ (2009), ‘Maldoror: La caligrafía del mal’ (2011) o ‘El escritor (2013).

Recorrido cronológico

Estamos ante una exposición exigente, que pide al espectador una mirada detenida. El recorrido cronológico permite ahondar en la evolución de un trabajo que no perdió hondura, aunque hiciera alguna concesión a la galería en momentos puntuales. Castillejo nunca llevó bien el poco aprecio que encontraba hacia su trabajo y el desánimo que este hecho le producía era la causa de los periodos de inactividad. Con todo dejó una obra muy significativa que ahora se puede disfrutar en conjunto gracias a una muestra que han comisariado Henar Rivière y el director del Museo, Manuel Olveira. A él se debe también un texto del magnífico catálogo que acompaña la exposición titulado, ‘Un escrito y dos lectores’ en el que plantea una ficticia conversación a tres bandas entre el artista y sus dos coleccionistas más fieles, Alberto Martínez y José María Lafuente.

La exposición, primera retrospectiva individual dedicada a su obra, permanecerá en León hasta el 27 de mayo y luego viajará al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. La muestra supone un paso más en la exploración de los límites del arte y su relación con la escritura, que se ha revelado como una apuesta decidida del Musac, especialmente desde que Olveira tomó la dirección del centro. Una visita obligada.

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