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Javier Hontoria, en una sala del Museo Patio Herreriano. Alberto Mingueza

Javier Hontoria: «La indiferencia es una lacra contra la que se puede pelear desde el arte»

El director del Museo Patio Herreriano avanza que la incertumbre ante el cambio climático, nuevas miradas a lo popular y el ruralismo ante la globalización marcarán las nuevas exposiciones

jesús bombín

Valladolid

Viernes, 1 de marzo 2019, 07:33

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Tiene una hoja de ruta clara para el Patio Herreriano, al que acaba de llegar para dotarle de un rumbo que marcarán la apuesta por el lanzamiento internacional de los artistas españoles, el intercambio de sinergias con otros museos e instituciones, la estrecha colaboración con el ámbito universitario, la atracción de empresas que se involucren con el arte, las diversas lecturas de la colección por comisarios y artistas y la presencia de creadores singulares. Cofrade literario de Cesare Pavese –en el que encuentra «muchísima inspiración»–, Javier Hontoria (Madrid, 1975) anuncia que lo primero que buscará el museo es una identidad. «Es ahí donde vamos a ser un espejo más nítido para la gente. El potencial es tan soberbio, y se pueden hacer tantas cosas... ».

–¿Qué le llevó a presentarse al concurso para dirigir el Herreriano?

–Hasta ahora he estado investigando, escribiendo, haciendo muchas exposiciones, muy pendiente de la proyección de artistas españoles en medios internacionales y de contar qué ocurre en la escena mundial. Llevo diez años en 'El Cultural', lo que me ha permitido viajar mucho y conocer una gran variedad de artistas y museos con los que podemos trabajar. Voy a hablar con empresas para que se comprometan con nuestros programas públicos. Yo he vivido de escribir, de pensar y de hacer exposiciones, he vivido muy bien, ahora soy muy consciente de que cambia mi vida, lógicamente, y entre otras cosas mi labor consistirá en buscar dinero, una cosa mucho más pedestre; pero estoy en un proyecto muy interesante para activar la ciudad donde voy a vivir.

–¿Qué temáticas primarán en las exposiciones?

–Prestaremos especial atención a las nuevas miradas a lo contemporáneo a partir de temas como las incertidumbres que origina el cambio climático, la relativización de algunas verdades que nos han venido contando, las nuevas miradas a lo popular o los ruralismos que están apareciendo por el hartazgo con las nuevas tecnologías y la globalización, un terreno con gran potencial en el ámbito de muchos creadores de Castilla y León.

–¿Por qué piensa en Portugal como foco preferente de intercambio?

–He viajado mucho a ese país vecino, tengo contacto con sus artistas y ofrece un contexto creativo muy próspero. A nuestra colección se le puede sacar muchísimo partido, es un organismo vivo y de gran valor para contar nuestra historia. La colección tiene que moverse, hay que promover intercambios.

–Otra de sus propuestas es el diálogo con las universidades.

–Me parece clave. Casi por contrato quiero que los artistas que vengan aquí se impliquen en la Universidad a través de coloquios y conversaciones en la facultad o en el mismo museo. Quiero que el artista y el museo sean mejores después de pasar por aquí la exposición. No nos podemos permitir bajo ninguna circunstancia hacer una mala muestra, tenemos que lograr que el artista siempre salga mejor de lo que entró y aportarle cosas, que piense que el Patio Herreriano es una ayuda para su obra; no vale exponer por exponer. Del artista hay que sacar lo mejor. Igual que de las instalaciones del museo. Por ejemplo, en la capilla podemos hacer cosas importantísimas. La capilla puede ser nuestra marca. Me gustaría buscar un patrocinio para que en esa sala formidable podamos hacer dos proyectos específicos con artistas de renombre cada año. Eso sería interesantísimo, pero necesitamos apoyo, es un museo público, de titularidad municipal, y hay que contar con el sector privado para su mejor funcionamiento.

–¿En qué presupuesto piensa para llevar a cabo estos proyectos?

–Tenemos que hablar todavía. Quiero tener una persona que se dedique a los programas públicos, que serán un aspecto importante. Cualquier museo de arte contemporáneo que se preste tiene un programa público con todo lo que acompaña a las exposiciones y les da soporte narrativo, conceptual, de todo tipo, basado en conferencias, performances, presentaciones...

–¿Habrá algún tipo de relación con el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac)?

–Por supuesto. Tengo una relación estupenda con su director, Manuel Olveira, como la tengo también con la gente de la Fundación Cerezales, con el Artium de Vitoria... yo, en fin, estoy abierto a todos. Y tenemos que buscar museos con nuestra escala.

–¿Se siente más respaldado al haber superado un concurso?

–Haber sido elegido por un jurado establecido a partir de un código de buenas prácticas supone una legitimación muy importante. Yo aquí me siento muy respaldado. ¿Con qué respaldo puedes presentarte en un sitio en el que has sido nombrado a dedo? El jurado de este concurso ha sido muy potente, con gente que para mí son referencia.

–Otro de sus retos es conectar con el Museo Nacional de Escultura.

–Aparte de mi pasión particular por la escultura, quiero hablar con María Bolaños, que dirige un museo magnífico con el que podemos hacer muchas cosas. Pienso que todo el arte es contemporáneo en la medida que se mira con los ojos de hoy. ¿Cómo no va a poder dialogar un artista de nuestro tiempo con Juan de Juni?

–¿En qué medida el IVA del 21% es un hándicap para los artistas españoles?

–Indudablemente, sobre todo en la compra de sus obras. Es un caballo de batalla desde hace unos años, pues perjudica los intereses de los artistas, ya que los coleccionistas compran en el extranjero, donde el IVA es menor. Nunca he entrado mucho en el mercado, que uniformiza demasiado, tiende a limar las singularidades y a mí lo que me interesa no es qué es lo que nos iguala al resto, algo que se está contagiando en el panorama internacional. Ahora la visibilidad es una cosa tan obsesivamente buscada que la gente repite patrones, así que es extraño ver artistas que estén trabajando muy singularmente porque corren el riesgo de pasar desapercibidos. A esos es a los que hay que buscar, a los que quieren ser diferentes. Tenemos que hallar nuestra singularidad, eso que nos define en contra de todo lo que es homogeneizante en la globalización. Y Valladolid es un contexto perfecto para trabajarlo.

–¿Qué puede aportar este museo en particular y el arte en general a la sociedad?

–Pelear la indiferencia, debemos pelear por que no nos dé igual todo, estando pendientes de la pantalla del móvil todo el día sin potenciar ningún tipo de pensamiento crítico. La indiferencia total es una lacra terrible contra la que se puede pelear desde el arte. Quiero que la gente utilice el arte para pensar. A mí el arte político no me interesa mucho como nombre, porque todo artista es político en tanto que muestra su forma de estar en el mundo.

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