José Luis Alonso: «Si no se forma en el porqué nuestra única pericia será usar la tecnología que crean otros»
El científico de la Universidad de Valladolid acaba de recibir el Premio a una Carrera Distinguida de la Real Sociedad Española de Química
«La física es el meollo de todo», dice quien utiliza la matemática como herramienta y la química como fin. José Luis Alonso es catedrático ... de Química Física, que no es una disciplina dubitativa ni un juego de palabras. Dentro del Departamento de Química Inorgánica de la Universidad de Valladolid, los químico físicos se dedican a estudiar las moléculas con metodología física. La Real Sociedad Española de Química ha premiado a Alonso por su aportación a la espectroscopia de microondas, aventura de «ciencia básica» en la que lleva cuatro décadas.
«Vivimos entre radiaciones electromagnéticas: los rayos ultravioletas del sol, los infrarrojos, las de radio o las microondas. Todas ellas interaccionan al chocar contra un objeto con carga. Por ejemplo, cuando ponemos algo en el horno lo que ocurre es que las microondas fuerzan a las moléculas de la materia en estado líquido a rotar y en esa fricción se calientan. Lo que nos permite la espectroscopia es interpelar a la estructura molecular hasta conocer con detalle la disposición de los átomos. Eso nos lleva a saber cómo es un amoniácido o una proteína, a conocer el edificio 'bio'», cuenta quien trabaja «con los ladrillos de la vida».
Buena parte del trabajo de su equipo se ha dedicado a construir instrumentos para interpretar esos modelos moleculares en el laboratorio. «Son aparatos que nos permiten conocer las biomoléculas. Por ejemplo, hemos logrado descubrir por qué una molécula es dulce; por la disposición de glucógenos y citones. Gracias a nuestra técnica se conoce su estructura tridimensional y eso posibilita crear edulcorantes con aplicación en la industria alimentaria». Otro de los entornos en los que son reclamados en la astronomía, en el observatorio de Chile y el de Granada para «identificar moléculas en el medio interestelar». Pero todo este conocimiento discurre en publicaciones especializadas de la comunidad científica. «Tenemos un grave problema, el deterioro de la opinión social sobre la investigación producto de una carencia de divulgación académica. No parece que la ciencia sea un tema importante para nadie. En los ochenta y los noventa sí lo fue y hubo una política sobre ello».
Pertenece a una generación que creó de la nada grupos de investigación que fueron integrando a los egresados, tras estancias en el extranjero gracias a unas becas «por las que éramos muy envidiados fuera» y que tienen un reconocimiento internacional. Pero esa cadena se rompió. Considera que la apuesta hoy por la ciencia básica es floja y que se confunde «formación e información. Se informa a los alumnos pero no se les forma en el porqué de las cosas. Así no seremos productores de conocimiento y nuestra pericia se limitará a usar la tecnología y el conocimiento que otros crean. Una crisis como la que vivimos pone de manifiesto que un tejido productivo basado en el conocimiento hubiera rebajado la gravedad».
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