Isabel Villar: «Pinto utopías porque somos el peor animal de la tierra»

–¿Cómo se ha visto en los 60 años que cubre esta exposición antológica?

–Estoy abrumada, me han tratado muy bien en mi pueblo, que es Salamanca. Es una exposición grande, de más de 100 cuadros, con muchos préstamos de particulares y museos, de montaje complejo y largo pues en mayo va a Fuenlabrada.

–Fue naif, heredera de Henri Rousseau, en tiempos de pelea entre el bando realista y el de la abstracción. ¿Se sintió rara avis?

–Fui a la Escuela de San Fernando y pude hacer lo que quise, mi obra es elección mía. Rousseau me gustó pero no es fundamental para mí. Hace 60 años que empecé a pintar, había pocas mujeres. Pronto me propuse hacer una pintura que denotara que la autora era una mujer. Por eso mis mujeres desnudas, los ríos, los animales salvajes. Llegué a la conclusión de que el ser humano es lo peor que se hizo en el mundo. Somos tan animales, hacemos guerras; los animales matar para comer, nosotros nos matamos unos a otros. El amor a la naturaleza que nos estamos cargando siempre estuvo presente también. Huí del realismo, del retrato, de la copia. Solo copio los animes salvajes porque no me los sé.

–¿Se dedicó a pintar su utopía?

–Sí, pinto utopías. Pones la radio o la televisión y solo ves horrores. No creo que Dios nos hiciera a su imagen, no creo que lo hiciera tan mal. Pinto mi mundo ideal y he tenido la suerte de poderlo hacer. Tener una vocación tan fuerte es lo mejor que te puede pasar, mucho mejor que nacer millonario. Se lo digo ami hijo, también pintor, pronto Eduardo y yo seremos los padres del pintor Sergio Sanz. Es una suerte poder vivir decentemente haciendo lo que te gusta. Fíjate la pobre gente que viene en pateras a trabajar aquí, el Mediterráneo será pronto un cementerio.

–A contracorriente, pero ha vivido de su pintura.

–Tuve una temporada de recién casada difícil y se me ocurrió hacer una artesanía de hoja de lata que vendimos bien. Tampoco necesitábamos tanto, nos pasábamos el día pintando. Por eso no me quejo, siempre me he defendido con precios razonables para que la gente los pudiera comprar. He podido pintar sin seguir los cambios de la moda, que siempre me dio igual.

–¿Recuerda su residencia en Segovia?

–Nos dieron la beca de paisaje que era ir en verano a Segovia a pintar, a mí, a Eduardo, entonces no éramos ni novios, y a Teresa Gaite, una prima de Carmen Martín Gaite, que era amiga mía. Los tres salíamos todos los domingos del año a pintar y allí pintamos unos trigales y paisajes muy hermosos. Luego hicieron unas exposiciones bien bonitas, éramos muy jóvenes.

–La obra de usted y su marido no tuvieron mucho en común ¿se entendieron por distintos?

–Sí. Nos hicimos novios porque fue el único compañero que no te invitaba al baile. Me vio tan obsesionada con la pintura que me ofreció salir a pintar. Ya casados, fuimos a Santander, entonces él no pintaba el mar, aunque siempre estuvo presente. Acabamos haciendo el museo del Cabo Mayor, que cumple 15 años.

–¿Conoce la nueva disposición del Reina Sofía y su obra en ella?

–De sus fondos, hay una escultura mía en esta exposición. Aún no he ido a ver la remodelación, pero claro tienen más obra de la que pueden mostrar.

–¿Cómo ve el arte hoy?

–Veo algo. Siempre hemos opinado todos de todos, en nuestra juventud había enfrentamientos fuertes. Tengo delante de mí ahora un gran cuadro de Canogar. Lo ideal es que cada cual haga lo que quiera y que el público elija. Lo que no me parece lógico es que Van Gogh se muriera de hambre o Frida Kahlo, que anduvo tan fastidiada, y ahora unos multimillonarios se pelean por sus obras. Mejor ocuparse de los artistas cuando están vivos.

Leones en el jardín. DA2, Salamanca. hasta el 2 de mayo.