Igor Yebra enseña a bailar a los actores
El bailarín imparte un taller en el Miguel Delibes para formar a 23 jóvenes alumnos en danza e interpretación junto a la actriz Carlota Ferrer
Jesús Bombín
Sábado, 25 de febrero 2017, 12:09
Silencio solo interrumpido por los ejercicios de respiración. Aprenden a relajarse tendidos en el suelo ante una enorme cristalera desde la que se aprecia la tarde soleada en el Cerro de las Contiendas. «Aquí vamos a aprender cómo el bailarín tiene que interpretar y cómo un actor debe saber utilizar su cuerpo». Una veintena de chicos y chicas de entre 14 y 25 años siguen atentos las indicaciones del bailarín Igor Yebra en un aula del Centro Cultural Miguel Delibes.
Así comenzó ayer el taller que busca interrelacionar disciplinas artísticas. Bailarines que se meten en la piel de un actor e intérpretes que toman conciencia de cómo utilizar su cuerpo para profundizar en la expresión. Esta es la filosofía del curso de dos días que imparten Igor Yebra y la actriz y coreógrafa Carlota Ferrer a alumnos de la Escuela Profesional de Danza de Castilla y León y de la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León.
Tanto Yebra como Ferrer defienden esta concepción integral con la que pretenden «sembrar una semilla para el futuro». Lo dicen en un tiempo en el que el ballet clásico corre el riesgo de tener una presencia anecdótica en el mundo artístico. «Se irá dejando de hacer salvo en teatros grandes y exclusivos, pues significa invertir mucho dinero en una producción, con grandes cuadros de bailarines y una inversión en vestuario potente», lamenta Igor Yebra, que considera que la danza contemporánea tendrá más futuro por ser más accesible en términos de costes. Aún así, tiene claro que el ballet clásico nunca va a desaparecer «porque es de una belleza increíble y hay un público que lo ama y lo adora».
Mientras tanto, los alumnos siguen sus instrucciones sin interrupciones ni distracciones. Los matriculados en arte dramático comparten con los de danza poco más que las dependencias en las que estudian en el Centro Miguel Delibes. «En casi todas las escuelas hay ambientes endogámicos, unas no tienen relación con otras; de ahí que en este curso les proporcionaremos herramientas de fusión, una de ellas el movimiento, fundamental en el teatro como en la danza», alecciona Carlota Ferrer, galardonada con un Premio Max al espectáculo revelación por la obra Los nadadores nocturnos en 2015.
«El mundo de la danza es complejo y complicado porque se mira bastante el ombligo», esgrime Igor Yebra. «La danza para mí siempre ha sido actuación, a pesar de que lo que menos se trabaja en la formación es la interpretación, que es lo que habría que hacer con los niños y niñas desde pequeños; eso supone dar más cartas a los alumnos, igual un día dejan de bailar y se convierten en unos actores impresionantes», asegura.
Ambos recomiendan el intercambio de lenguajes entre ambas disciplinas, que así se retroalimentan. «De este modo el bailiarín tiene una formación más sensitiva, gana un mayor crecimiento mental; y el actor adquiere un pensamiento más visual y plástico a través del baile».
Desde su experiencia formativa en la escuela que fundó en Bilbao en 2006, Yebra bailarín estrella del Ballet de la Ópera de Burdeos que ha participado multitud de giras internacionales incide en la importancia de crear público que aprecie y ame el género. «Si tengo 150 alumnos sé que solo una decena llegarán a ser bailarines profesionales, pero el resto serán apasionados del baile, por eso resulta importante crear una masa social que sepa valorar este arte».
Rosa Sanz, jefa de estudios de la Escuela de Arte Dramático de Castilla y León, expresó la necesidad de apuntalar el intercambio pedagógico en las escuelas artísticas. «Este taller responde a las últimas tendencias de creación escénica que intentan mezclar lenguajes artísticos diferentes, buscar otros modos de comunicar».
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