María Antonia Virgili: «Me importa un bledo lo de ser europea, lo que me interesa es que la gente defienda lo suyo»
La catedrática de Musicología defiende y resalta el valor de los órganos de los templos de los pueblos vallisoletanos y la labor de años para restaurarlos
He aquí una autoridad musical, una creadora y una docente divulgadora. María Antonia Virgili, quien desde su cátedra de Musicología ha hecho de la enseñanza ... de la Música el alfa y omega de su vida personal y académica. Con los genes universitarios en su ADN (su padre fue rector de Oviedo), gracias a ella la música ha adquirido nivel académico superior en la Universidad de Valladolid, en una acción que se ha extendido a los pueblos de esta provincia a través del arreglo de decenas de órganos, que suenan todo el año, y que también ha traspasado fronteras, hasta dejar poso musical en Cuba.
–Usted es testigo privilegiada de la evolución del interés de los jóvenes universitarios por los estudios musicales. Con su bagaje, ¿a estas alturas está contenta, pesarosa, pesimista...?
–Mi estado de ánimo siempre es positivo; si no, no habríamos hecho nada. La vida hay que asumirla con sentido constructivo.
–Usted llegó a la Universidad de Valladolid en 1975. ¿Qué se encontró en materia musical?
–La música era solo extensión universitaria; y el coro, que era un señor coro, y Carlos Barrasa, que hacía una muy buena labor... ¡Pero no se estudiaba Musicología!
–Y eso que era la Universidad. ¿A qué se debía aquel estado?
–Hubo un divorcio en el siglo XIX, y la música quedó en el olvido; nada más que los conservatorios, pero no como estudio universitario. Arrancamos un grupo de profesores, que casi todos entramos por la puerta de la Historia del Arte. En un congreso, en Granada, conocí el Departamento de Arte de Valladolid y me dije: «Quiero esto, estos señores son fantásticos». Pedí hacer la tesis con don Juan José Martín González y mismo día que presenté la tesina me dijo que había una plaza. ¡Y aquí he seguido! La ayuda de don Juan José ha sido inestimable. Es un sueño, porque yo me he ido de la Universidad dejando dos catedráticos de Musicología, cuatro titulares, y dos en ciernes, y un Grado. Ha habido personas que nos han apoyado y han entendido que la música es arte.
–¿Y a qué suena en este momento en el mundo estudiantil?
–Ya hay un sonido fantástico y fundamental que es el que exista una licenciatura entera, un máster completo de patrimonio musical y un doctorado con más de 40 tesis defendidas. Es el mejor sonido que podíamos tener porque eso supone profesores en Secundaria y que hay un movimiento musical maravilloso, aunque injustamente reconocido.
«Yo entiendo que en el arte hay un componente creativo que apela a la trascendencia»
maría antonia virgili
–Pero un adolescente de hoy, ¿tiene o no más y mejor capacidad que hace 25 años para conducir su vocación musical en el actual sistema educativo?
–Sí, yo creo que sí. Lo que ocurre es que ha habido un gran retroceso en Secundaria, que nos preocupa a todos.
–Pero eso es terrible, ¿no?
–Sí, pero también tenemos todos los conservatorios, que han evolucionado muy positivamente. A estudiar Musicología en la Universidad viene quien tiene ya una formación musical técnica en su instrumento. Los conservatorios tienen una altura mayor y mejor que hace 30 años y hay más información, mucha más.
–Si mira atrás, ¿halla el poso universitario de su empeño en la divulgación musical?
–¡Totalmente, totalmente! Los pasos se han ido dando sin pausa. Esto es una rueda: toda esta evolución ha sido preparada, pensada y muy solidificada. Me hubiera gustado correr más, pero ha sido una batalla grata porque los resultados han sido positivos.
–¿En la música prima la máxima de que el estudio del pasado ayuda a interpretar el presente?
–¡Por supuesto! Eso es un axioma de sentido común: si no conoces tu pasado, malamente vas a construir tu futuro. Malamente.
«Nunca conjugo el yo-mi-me-conmigo. Trabajar así es un rollo. Para mí la vida no es eso»
maría antonia virgili
–Pues entremos en harina. Entre los aspectos positivos que le quedan al medio rural de Castilla yLeón está el de que en muchos pueblos existen órganos en un magistral estado de conversación. Sin embargo, que suenen con frecuencia parece utopía.
–¡No! En la provincia de Valladolid ya no es utopía y espero que no lo sea nunca. Hemos tenido la suerte de contar con una asociación en defensa del órgano, la Manuel Marín, que impulsó Manuel Fuentes, quien fuera alcalde de Rioseco. Nos convocó un día a una reunión, cuando él era presidente de la Caja de Ahorros Provincial; fui sin saber para qué y salí siendo vicepresidenta de la asociación.
–¿Nació ahí el impulso restaurador de órganos de los pueblos?
–En Valladolid se han restaurado bastantes. Se han puesto a punto, sonando, más de 15. Es verdad que hay documentados más de 100, pero, claro, hay muchos que no se pueden restaurar. Hay que conservarlos, mantenerlos, procurar que no desaparezcan... Pero la utopía en Valladolid es una realidad. Y es una realidad que hay que continuar.
–¿Con qué mimbres?
–La Diputación vallisoletana ha sido una de las instituciones más modélicas en este ámbito porque, sinceramente, ha entendido que eso es patrimonio y tenía una responsabilidad como institución. Ha aceptado el 'modus operandi' que le proponía la Universidad de Valladolid, que no entendieron otras instituciones, o que lo hicieron de un modo muy selectivo, y se ha podido poner en marcha una restauración dando la palabra no solo al organero que restaura sino a otros organeros para que, como antiguamente se hacía, recibieran el órgano y siguieran con nosotros. En la comisión de seguimiento ha habido un investigador, un organista, un constructor; el organero que ha licitado y ha restaurado el órgano ha estado encantado con esa comisión, y hemos pagado el precio justo y exacto por los órganos, ante el virus terrible de inflar...
–Ya, ¿pero de verdad suenan?
–Suenan.
«Los conservatorios tienen una altura mayor y mejor que hace 30 años y hay más información»
maría antonia virgili
–¿Y se corre el riesgo de que ahora, por culpa de la despoblación, falte público para escucharlos?
–No, no. Lo hay, lo hay. En Castilla no se puede hacer un ciclo de órganos en enero y febrero; eso lo entiende todo el mundo. Pero hay muchos turistas y en el convenio con la Diputación también se contempla la actividad escolar. ¡Llevamos con esto más de 20 años! Tengo la seguridad de que algunas cátedras de órganos en conservatorios surgieron de Las Edades del Hombre en León. Y cuando se han restaurado órganos una de las premisas ha sido dónde estaba situado ese órgano y tener certeza de que además íbamos a poder devolverle la voz, no solo en los conciertos didácticos y en las audiciones de verano, sino en el culto.
–A lo mejor es que es usted más positiva de lo que se lleva de media en el medio rural. ¿Está usted queriendo decir que en la provincia de Valladolid se puede sacar pecho por el cuidado de los órganos de las iglesias?
–Si continuamos por la senda que va la Diputación de Valladolid, sí. Como nos paremos, mal asunto. Lo importante es la continuidad.
–O sea, ¿que en esto sí somos europeos y cultos?
–Ya no sé que decir. Se puede sacar pecho respecto a que en los pueblos valoran el órgano. No sé si eso es ser europeo, pero desde luego en los pueblos valoran el órgano.
–Señala que no sabe si somos europeos, pero que lo diga usted, que ha traspasado las fronteras nacionales... Impulsó los estudios de postgrado de música hispánica en El Caribe desde Cuba.
–Ya, pero yo me muevo más por otros impulsos. Me importa un bledo ser europea; lo que me importa es que la gente defienda lo suyo.
–Explíquese, por favor.
–Cuando tú eres muy europea, pero en un pueblo no saben lo que tienen, y eres muy europea porque vas y haces cosas muy llamativas, todo eso llamativo sale tres días en los periódicos y, luego, no tiene más. Pero cuando tú vas un día a un pueblo, y a otro, y a otro y hablas con el cura y le mentalizas... Y hay tres generaciones de sacerdotes que lo primero que hacen cuando llegan a un pueblo es interesarse por el órgano, por el coro parroquial...
–Cuando alguien va edificando en torno a la música, como ha ido haciendo usted a lo largo de su trayectoria, ¿qué sentido cobra la vida?
–De entrada, hay un sentido por arriba. Soy creyente y, como tal, cuando lo eres todo tiene sentido.
–Pero, cuando ve su obra, ladrillo a ladrillo, clase a clase, alumno a alumno... ¿qué siente?
–Es que yo no puedo hablar en primera persona. Todo lo hecho en Musicología en la Universidad no lo puede hacer una persona sola. Puedo tener el mérito de tener una nariz para pensar que una persona puede funcionar en la universidad, con un hacia fuera de compartir lo que vas adquiriendo. Pero si tú vas recibiendo y el agradecimiento de eso que recibes lo proyectas en los demás, eso es muy grato en el día a día. Caminando en el día a día, el resultado es impresionante. Pero nunca lo conjugo en el 'yo-mi-me-conmigo'; trabajar así es un rollo. Y para mí la vida no es eso.
–¿Qué es la vida para usted?
–La vida es que tú recibes y das e intentas sacar lo mejor de la gente, no lo peor.
–¿A quién, o a qué, mandaría usted con la música a otra parte en este mundo en el que vivimos?
–Nunca deseo eso para nadie.
–Bono, el líder de U2 dijo en una ocasión que «la música puede cambiar el mundo porque puede cambiar a las personas». Tal y como está el mundo, ¿qué instrumentos han dejado de sonar para que no mejore la cosa?
–Lo que creo es que no los tocamos. La música sigue ahí, el sentido trascendente de la vida sigue ahí, el arte sigue ahí... Pero, ¿qué arte tocamos? Un arte que muchas veces difícilmente construye. Hay muchas cosas buenas en la vida que hemos olvidado.
–Como, ¿por ejemplo...?
–Una es el arte; otra, la belleza. Puede haber arte, pero yo entiendo que en el arte hay un componente creativo que apela a la trascendencia. Un artista es alguien que crea a través de una inspiración o a través de una acción continuada que lleva a la capacidad creativa y a desarrollarla.
–¿En qué aspectos de la vida habría que elevar el diapasón para que suene más fuerte la música y se consiga avanzar en el camino de la felicidad?
–En darnos cuenta de dónde sale la música. Es un arte. Si es un arte, hay un factor creativo fundamental que justifica que esa capacidad creativa nos tenga que llevar a plantearnos una profundidad en cuanto a la inspiración.Pero es que además la música es el arte que expresa lo inexpresable. Y la música es mucho más fácil que te lleve a la trascendencia.
–Se dice que al buen amante de la música siempre le quedarán la afición y el compás. ¿Se cumple esto con usted? Lo digo porque a pesar de los años que hace que se jubiló, sigue al pie del cañón universitario.
–Tengo muchos frentes. El proyecto cubano, la investigación de la música en la liturgia... Yo me jubilé para esto. Hay momentos en los lugares en los que tienes que dejar paso a la gente joven. Tú ya has formado, les has dado sentido y responsabilidad, les has lanzado, les has dado los medios, les has facilitado las cosas, ellos te han sobrepasado, con lo cual puedes estar tranquila porque te dan mil vueltas y no tienes ningún problema. Se lleva dentro continuar con lo que has hecho; lo que ocurre es que en este caso se pueden hacer todavía muchas cosas.
–Tras tantísimos años en la brecha, ¿tiene decidida qué partitura quiere componer e interpretar de mayor? ¿Sabe ya, a sus 68 años, que va a ser de mayor?
–¡Nooooo, qué va! No hay que cerrarse a nada en la vida. Para mí la vida es una caja abierta. Tener cajas cerradas es terrible.
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