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Un verano de llamas y cenizas en Castilla y León: los incendios arrasaron 119.000 hectáreas forestales

La Junta desvela la superficie total de arbolado, pasto y matorral devorado por el fuego en el peor año desde que existen registros

Sábado, 8 de noviembre 2025, 08:13

El drama vivido este agosto en muchos pueblos del oeste de la comunidad, la estampa de desolación y cenizas, el verde desaparecido de los paisajes ... y un monte huérfano de matorrales ya hacían presagiar que este había sido un verano trágico en Castilla y León. Los primeros avances (a través de las imágenes de satélite y del sistema europeo de perimetración) apuntaban en esa dirección. Ahora, con datos reales en la mano, con las cifras oficiales de la devastación, se puede decir sin dudas y sin reparos que este ha sido el peor año (desde que existen registros) de incendios en Castilla y León.

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El fuego ha devorado (desde el 1 de enero hasta el 30 de septiembre) 119.072,75 hectáreas de superficie forestal en Castilla y León. Esto supone el 1,2% del total de la superficie de la comunidad autónoma. El 36,18% de todo lo quemado en bosques, montes y pastos de España durante este año ha ardido en nuestra comunidad. Y esta es la cifra más alta de una serie histórica que se remonta, al menos, hasta 1989 (de acuerdo con las cifras oficiales del Gobierno).

La oleada de fuegos que durante agosto arrasó, sobre todo, las provincias de León, Zamora y Salamanca (además de Ávila) ha disparado la superficie quemada a cifras hasta ahora inéditas en la estadística recopilada por la Junta de Castilla y León. Esas 119.072,75 hectáreas suponen 41.873 más que las registradas en ese mismo periodo (los nueve primeros meses del año) de 2022, el año que hasta ahora lideraba la triste estadística del fuego, con 77.199,54 hectáreas devoradas por incendios virulentos, como el de la Sierra de la Culebra. Ese año 2022 se cerró, al final del ejercicio, una vez terminado diciembre, con 83.014,68 hectáreas. Hay que remontarse hasta 1989 para encontrarse con el tercer peor año de superficie forestal abrasada (71.024 hectáreas). Ha habido otros años terribles y funestos (66.610 hectáreas en el año 2000, otras 59.241 hectáreas en 1990, hasta 46.406 en 2005), pero nada parecido a lo ocurrido en este 2025.

Hasta septiembre se registraron 1.035 incendios en territorio castellano y leonés. Es un número alto, sí, pero, curiosamente, está por debajo del promedio de la última década. Entre 2015 y 2024, la media anual de incendios (entre enero y septiembre) estuvo en 1.236.

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Este año han sido menos, pero mucho más explosivos y terribles. La media en el decenio anterior era de 5,1 hectáreas de arbolado quemado. Este 2025, han sido 42,2 hectáreas. Es una variación del 720% con respecto al promedio de los últimos. Este indicador, explica el documento de la Junta, se califica también como índice de eficacia, que «indica la capacidad de reacción rápida de los medios, a igualdad de condiciones meteorológicas y de combustible». Dicho de otra manera, los incendios de este verano han sobrepasado las posibilidades del despliegue de los servicios de extinción.

En total, han ardido 43.759,92 hectáreas de superficie arbolada (el 42,75% de todo lo quemado en este apartado en el conjunto de España). Además, 52.498,47 hectáreas de matorral (el 31% del total nacional) y 22.814,36 de pasto (el 39,4%). Castilla y León se coloca, junto a Galicia, como la comunidad más afectada este verano por los incendios. Por provincias, la peor parte se la ha llevado León, con 80.608,94 hectáreas arrasadas por las llamas. Dos de cada tres partes del territorio que ha ardido este año en la comunidad estaba en tierras leonesas (el 67,7%). A continuación viene Zamora, con 14.962,64 hectáreas. La tercera posición es para Salamanca (con 8.465,33). Soria es la provincia con menos (apenas 23,5 hectáreas).

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Las primeras estimaciones del Sistema Europeo sobre Incendios Forestales hablaban, a finales de agosto, de 162.565 hectáreas carbonizadas, con más de doscientos fuegos declarados en apenas diez días en la comunidad. Las cifras oficiales, con ser terribles, son finalmente más bajas. Se quedan en 119.072 hectáreas. ¿A qué se debe este desfase? Como ya se advirtió en su momento, las imágenes por satélite del Sistema Europeo de Incendios Forestales (EFFIS) arrojan una primera aproximación, ya que miden, desde el espacio, el perímetro alcanzado por el fuego y, a partir de él, se calcula la superficie que se encuentra en su interior. Sin embargo, a menudo ocurre que dentro de ese perímetro hay partes que no se han quemado, que han escapado del avance de las llamas o que están calificadas como suelo agrario.

En resumen, que no todo lo incluido dentro de ese perímetro es superficie forestal, que es el indicador consensuado para calibrar la extensión de los incendios. Así, ha habido que matizar esas estimaciones iniciales de EFFIS-Copernicus. Por ejemplo, el incendio más grave finalmente registrado en la región es el de Benuza-Llamas de la Cabrera, declarado el 8 de agosto, a las 21:06 horas, y que puso en jaque el patrimonio de Las Médulas por culpa, esta es la causa probable atribuida, de un rayo. Los cálculos aéreos hablaban en un primer momento de 30.292 hectáreas afectadas. Finalmente, se ha quedado en 22.258,20. La mayor parte de ellas (16.365,58) de matorral y monte bajo.

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Esta medición final sitúa a este incendio de Las Médulas como el tercero más grave (en cuanto a superficie forestal) ocurrido durante los últimos años en Castilla y León. Los de la Sierra de la Culebra del año 2022 fueron más grandes en extensión, de acuerdo con el registro que lleva el Ministerio de Transición Ecológica. El de Losacio (que es el más grave de la serie histórica en la comunidad y el tercero de España) consumió 26.181,96 hectáreas. El de Riofrío de Aliste arrasó 24.073,86. Entre los diez incendios más graves de este siglo en la comunidad, la mitad han ocurrido este verano. En total, 21 fuegos de este 2025 han superado las 500 hectáreas.

Después del fuego en Llamas de la Cabrera-Benuza, el siguiente más extenso fue el de Castrocalbón (también en la provincia de León). Comenzó el 11 de agosto a las 20:00 horas y este sí fue intencionado. En total sucumbieron 16.031 hectáreas de superficie forestal (más otras 6.624 de no forestal). Y lo relevante en este caso es que gran parte fue de superficie arbolada (12.072). Este incendio, muy cerca de La Bañeza, se vinculó estrechamente con el de Molezuelas de la Carballeda, que se extinguió después de carbonizar 8.395 hectáreas. A estos habría que sumar otros graves incendios, como el de Barniedo, con 14.428 hectáreas, que comenzó el 13 de agosto por la noche (23:30 horas). En la lista de los diez más graves del siglo XXI entra también el de Cipérez (Salamanca), con 10.250,68 hectáreas.

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El Colegio Profesional de Geografía ha insistido en la necesidad de incrementar y mejorar los planes públicos de prevención, no solo con más aportaciones económicas, sino con «intervenciones más específicas» que contribuyan a evitar situaciones como las vividas este verano. «No caemos en el falso debate entre prevención y extinción, porque ambas tareas son complementarias y necesarias. Sin embargo, la confluencia de enorme proliferación de combustible en el monte y abandono o disminución de las labores agrícolas y ganaderas es una convergencia letal que conviene afrontar con un refuerzo de las ayudas públicas para apagar en primavera parte de los incendios del verano, es decir, para dedicar presupuestos mayores a las acciones silvícolas, de desbroce y limpieza tanto como a aumentar las dotaciones de brigadas de extinción», apuntan desde el Colegio de Geografía, desde donde también reclaman «programas de acción transversales», que impliquen a las diversas administraciones, y que atiendan a cuestiones vinculadas con la despoblación o la gestión coordinada. Recuerdan, además, que la situación vivida este verano ha sufrido «una dinámica de comportamiento completamente diferente a la de años anteriores, lo que ha dificultado las tareas de extinción en picos concretos».

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