Carlos Martínez y Pedro Sánchez saludan al público en el congreso autonómico, junto a Luis Tudanca y Óscar Puente.Marta Moras
Las lecciones del presidente del PP de Cataluña al PSOE de Castilla y León
La política de los espejos (I) ·
Alejandro Fernández explica en un libro cómo el intervencionismo de Génova, «una trituradora de líderes», cercena las posibilidades de crecimiento en ese territorio durante cuatro décadas
Alejandro Fernández tiene poco de socialista. De origen asturiano, el presidente del PP catalán es un convencido antiindependista, admirador de la doctrina neoliberal de ... Ronald Reagan y de José María Aznar. Hace unos días publicó un libro, 'A calzón quitao' (La esfera de los libros), que pretende repasar cómo ha llegado Cataluña al momento actual y ofrecer sus recetas para revertir esta situación. Y en ese análisis introduce una serie de críticas a su propio partido que, en el juego de espejos en el que se desenvuelve la política actual, parecen aplicables a otro partido y a otro territorio: el PSOE de Castilla y León.
«Después de 46 años, el PP ha sido incapaz de convertirse en un partido ganador en mi tierra, Cataluña, así como en el País Vasco», escribe casi a modo de puesta en contexto. El PSOE de Castilla y León logró ganar las elecciones en 1983, con Demetrio Madrid. Las primeras elecciones autonómicas. Desde entonces, solo Luis Tudanca ha logrado un triunfo, el de 2019, propiciado por la irrupción del multipartidismo y sin que se tradujera en la formación de Gobierno por la decisión de Ciudadanos de pactar con el PP. Desde 1986, el PSOE no ha vuelto a gobernar. Hará cuatro décadas en marzo de 2026, cuando se volverán a poner las urnas. Y es curioso. Anticipa Alejandro Fernández que ese fracaso en Cataluña es una constante «salvo alguna excepción municipal que luego fracasa en su traslado a la política autonómica». ¿Trasladable a Carlos Martínez, alcalde de Soria, al asalto de la Presidencia de la Junta?
Fernández lamenta una falta de visión de las estructuras jerárquicas del PP. «Si se ha probado de todo y nada ha funcionado, se tendrá que reconocer que estamos ante un problema estructural que nunca nadie ha querido o podido abordar adecuadamente, […] insistiendo repetida y machaconamente en fórmulas fracasadas una y otra vez. ¿Por qué el PP vasco y catalán son una auténtica trituradora humana de líderes?», pregunta.
Desde que el PP es PP, por Cataluña han pasado ocho presidentes del partido, con una duración media en el cargo de 1.693 días. Alejandro Fernández (2.345 días) lleva camino, precisamente, de ser el segundo con más continuidad, aunque lejos del récord de longevidad de Alicia Sánchez Camacho (3.184 días). En el PSOE de Castilla y León, desde aquel 1977 en el que se celebró el I Congreso Regional, aún en la etapa preautonómica, ha habido nueve líderes, con un promedio de 1.980 días. Una media que suben Jesús Quijano y Luis Tudanca, los dos más duraderos con mucha diferencia, 3.802 y 3.780 días, respectivamente.
Fernández detecta dos males en el origen de la inestabilidad y del fracaso. «Dos conceptos que impiden al PP vasco y catalán crecer con solidez y no solo coyunturalmente por las tendencias [nacionales]», dice. Y la primera, y a la que más tiempo dedica, es «la tutela». El continuo designio de Génova sobre el territorio.
«La Dirección Nacional impone todo, candidaturas, mensajes, proyecto. Si sale bien es gracias a su genialidad. Si sale mal, es culpa del tutelado. Se le sustituye y a empezar de nuevo. […] Esa absoluta dependencia, tutela y, en consecuencia, sumisión hacia los postulados genoveses, degrada sin remisión el proyecto autonómico, precisamente porque lo hace inviable», explica en su libro. En el caso del PSOE autonómico, la de Luis Tudanca ha sido la última operación con base en Ferraz para imponer un liderato en Castilla y León. Incluso a la hora de proponer un sustituto adecuado, tras meses de quinielas.
Aunque eso no garantiza la paz. Dice Fernández: «Desde el instante en que alguien asume la presidencia del partido en Cataluña se organiza una pinza entre los críticos en Barcelona y Génova para preparar la inminente sustitución del recién nombrado líder. El mecanismo funciona desde el primer día: «fuentes de Génova» y «fuentes del PP catalán» barajan los nombres de fulanito o menganita para sustituir al presidente. Da igual lo que las bases del partido en Cataluña hayan votado». Algo que en el PSOE castellano y leonés se replica con guerras abiertas que dejan heridas profundas, como lo que ocurrió en su día con Julio Villarrubia y Óscar López, que aun hoy provoca resquemores entre los supervivientes. O en el modo en el que se ha resuelto el relevo de Luis Tudanca tras mucho tiempo de rumores y con errores como un calendario de primarias precipitado y luego anulado, por un bando, o el anuncio de un cambio en la Mesa de las Cortes sin tener los apoyos necesarios atados, por el otro.
«Los partidos acaban convertidos en máquinas endogámicas incapaces de captar a los mejores»
Alejandro Fernández
Presidente del PP de Cataluña
La otra parte de la tutela consiste en obviar la opinión de los líderes del territorio sobre los problemas que les afectan e imponer una visión madridcentrista. A Alejandro Fernández, la dirección de Pablo Casado y Teodoro García Egea le dijo: «Con respecto a lo que va a ocurrir [en Cataluña], creemos que, al estar en la trinchera, te falta un poco de perspectiva». «Y los medios de comunicación nacionales que ven los potenciales votantes del PP en Cataluña, prácticamente nunca sacan a políticos del PP catalán, salvo que haya algún problema. Es más, incluso cuando se trata de temáticas catalanas, los portavoces son miembros del partido nacional que, en muchas ocasiones, no conocen especialmente bien la realidad catalana», lamenta Fernández.
Alejandro Fernández, presidente del PP catalán, junto a Alberto Núñez Feijóo.
David Zorrakino-EP
En Castilla y León, una comunidad poco propicia para salir en los medios nacionales, se impone la visión-necesidad de Ferraz sobre asuntos que dinamitan las opciones electorales del PSOE en el territorio. Fuentes socialistas se han quejado en privado de tener que defender una y otra vez medidas como la amnistía a Carles Puigdemont y el resto de implicados en el 'procés'. O la condonación de la deuda, después extendida a todas las comunidades. Medidas impopulares en un territorio en el que muchas familias saben lo que es tener a alguno de sus miembros en Cataluña o en el País Vasco, producto de la emigración de los años 60-70 del siglo pasado.
Tras un batacazo electoral, dice Fernández, «pierdes el derecho a ser escuchado» en el partido
Los resultados electorales negativos, y Fernández expone los suyos como paradigma, provocan otro efecto colateral, dice. «El resultado [de 2021] no solo me ponía en una situación crítica en el partido, sino que provocaba que perdiera el 'derecho a ser escuchado', en esa maravillosa expresión acuñada por Ignatieff». Pasas a no pintar nada. Luis Tudanca ganó en 2019, pero no gobernó. Se quedó cerca del PP de Mañueco en 2022, pero perdió. Emiliano García-Page, ganador en Castilla La Mancha, es el único barón territorial del PSOE capaz de echar un pulso a la dirección nacional y mantener discursos contrarios a la amnistía, por ejemplo. «Que lo que no cabía en la Constitución, quepa ahora de un día para otro, es enormemente grave«, dijo.
Fernández tiene una crítica también para el modo en que los partidos eligen a sus principales representantes. «La sociedad española asiste a un fenómeno indiscutible: la degradación de la clase política española, de su formación, capacidad y vocación. De cómo los partidos acaban convertidos en maquinarias endogámicas incapaces de captar a los mejores y que solo seleccionan a los más serviles al aparato del partido», dice.
Un modo de supervivencia política que tiene efectos tan perversos como este: «Ver a según quién pelotear a Pablo Casado en ese chat [del Partido Popular], minutos antes de exigirle su dimisión, resultó un espectáculo degradante», recuerda.
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