La Junta prepara la estrategia para vacunar frente a la covid al menos a 660.000 personas en la región

El anuncio de que su vacuna contra el coronavirus funciona en un 90% de casos hasta ha provocado una importante subida de la bolsa; pero el producto de la farmacéutica estadounidense, fabricado junto a la empresa de biotecnología alemana BioNTech, todavía está pendiente de aprobación y aún se basa en resultados preliminares y necesita estudiarse en más personas –lo han hecho en 43.500– lo cual podría traducirse en una reducción de la eficacia ahora estimada. De ahí, que los científicos reclamen prudencia. Aún así, los anuncios del Gobierno central ya ponen hasta fecha, y no lejana, el mes de enero podría ser el punto de partida con otra campaña fuerte en mayo para ir cubriendo, poco a poco, a la población más vulnerable. Así lo anunció el ministro Salvador Illa; aunque son muchos los escépticos. Y aunque hasta esto está por definir; lo que parece claro es que son claros candidatos los más mayores, los profesionales sociosanitarios –en particular los que trabajan en servicios susceptibles de atender personas infectadas– y otros esenciales y la población con determinadas enfermedades previas de corazón, aparato respiratorio o simplemente hipertensos, entre otras. En realidad, una población diana bastante parecida a la de la gripe. Esto supone, y así lo apuntan fuentes sanitarias consultadas, que inicialmente harían falta dosis para unas 660.000 personas entre las 420.000 que tienen más de 65 años en Castilla y León; 34.910 que viven en geriátricos y la mayoría supera los 75 y al menos otras 200.000 personas de riesgo y personal sanitario y social. Y sin olvidar que son dos dosis separadas por tres semanas las que se requieren.

La Consejería de Sanidad ha precisado a este respecto que «todavía es pronto para hacer pública una estrategia de la futura campaña vacunal; aunque se está trabajando en ello» y que «el Ministerio ha planteado la posibilidad de crear un grupo de trabajo con las comunidades para ello».

Toda una logística técnica e informática que cuenta a su favor con toda una red farmacéutica bien extendida; pero que precisa para su conservación una temperatura de -80 grados. La mayoría de las demás vacunas no requieren temperaturas de almacenamiento tan bajas por lo que no hay infraestructura suficiente para una vacunación masiva y de transporte. Tampoco las demás en las que se trabaja frente al covid tienen tal requerimiento.

El ministro de Ciencia, Pedro Duque, ha señalado a este respecto que desde la empresa se ha propuesto «un sistema completo» en el que las dificultades que plantean las temperaturas muy bajas «se incluyen en la oferta que se hace». Según Duque, el Sistema Nacional de Salud podría recibir la vacuna «ya en los sitios adecuados, conservada suficientemente a baja temperatura, de manera que a partir de ahí ya se haga el trabajo normal». Sin embargo la OMS alerta de las serias dificultades de logística aunque apunta a que tras su conservación a bajísimas temperaturas después se puede almacenar entre 2 y 8 grados centígrados durante un periodo de hasta cinco días. «El problema va a encontrarse en los almacenes centrales y en el transporte», precisa.

Bruselas acaba de dar el visto bueno a la compra de 300 millones de dosis de las que 20 millones irán a España que, al hacer falta dos dosis, llegaran a solo 10 millones de ciudadanos.

Pero una posible vacunación con esta y otra de las diez que compiten en el mercado sigue llena de interrogantes como si será necesario vacunarse cada año o si se podrá imponer la obligatoriedad. Hasta la fecha, se desconoce si la vacuna será útil para que el que la reciba y se contagie no propague el virus o si solo evita que enferme.

La Comisión Europea y los Estados miembros están garantizando la producción de vacunas contra la covid a través de compromisos anticipados de mercado con los productores de Europa. Toda vacuna deberá ser autorizada por la Agencia Europea de Medicamentos con arreglo a las normas habituales de seguridad y eficacia y la de Pfizer aún no lo está. «Los Estados miembros deben ahora empezar a preparar una estrategia común de vacunación para el despliegue de las vacunas» y garantizar, entre otras cosas, «que los servicios de vacunación tienen capacidad para suministrarlas, lo que incluye disponer de trabajadores cualificados y de equipos médicos y de protección y que las poblaciones destinatarias tienen un acceso fácil y asequible a las vacunas».