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He aquí un musicólogo tan comprometido con sus contemporáneos que se dedica en cuerpo y alma a tratar de que no se pierda el rico ... acervo musical de siglos, mucho del cual está incluso aún por catalogar en partituras escritas hasta en pergaminos. Juan Carlos Asensio (Madrid, 1964), profesor de Musicología en la Escuela Superior de Música de Cataluña, profesor de máster en la Universidad de Cracovia, en el Pontificio Instituto de Música Sacra en Roma y en la Universidad de Lugano. Músico de profesión, en posesión de la carrera de Musicología y de la de Dirección de Coros, dirige el prestigioso Coro Schola Antiqua, especializado en canto gregoriano y música medieval; el próximo miércoles 22 participará en Madrid en la misa de clausura del centenario de Santo Domingo. Asensio es, junto al director del Museo de las Ferias, Antonio Sánchez del Barrio, comisario de la Exposición que puede verse hasta el 9 de enero en Medina del Campo, 'Páginas (en)cubiertas. Pergaminos restaurados del Archivo Simón Ruiz' y presenta en RadioNacional de España el programa 'Sicuit Luna Perfecta'.
–¿Cuándo se estableció su relación con Medina del Campo y este singular archivo?
–Viene de una casualidad.
–¡Empezamos bien! Las casualidades existen...
–Una exalumna del Conservatorio Superior de Salamanca, que de hecho me ha ayudado en parte del trabajo, Patricia Burgueño, me mandó un libro en el que aparecía una foto de la Tragicomedia de Calixto y Melibea, que se conserva en Medina del Campo, encuadernada con unas guardas que tenían música.
–¡Ahí va!
–Era un pergamino que tenía una pieza más o menos desconocida. Averigüé que tipo de pieza era y Patricia un día se encontró con el director del Museo de las Ferias, en el que guardan este libro, y le dijo que yo estaba estudiando el caso. Antonio se dio cuenta entonces de que tenían unos cuanto pergaminos con música o liturgia que estaban encuadernando los legajos contables de Simón Ruiz y me dijo que existía la posibilidad de hacer un estudio sobre ello. A partir de ahí, empecé a investigar en el Museo, hice un estudio y se publicó una monografía sobre lo que era el Fondo Documental de Simón Ruiz. Di a conocer cosas interesantes y ha ido tan bien que algunos pergaminos han sido restaurados. Y se han descubierto piezas únicas: hemos encontrado una antigua pieza de la liturgia visigótica.
–Todo un hallazgo, pues.
–El problema del canto visigótico es que lo tenemos todo escrito en una anotación que no podemos transcribir a no ser que alguien lo haya escrito en una anotación de intervalos que nosotros ya podamos descifrar. En uno de esos pergaminos hay una pieza de estas. Si tenemos en cuenta que el fondo de la música visigótica son más de cuatro mil piezas y solamente podemos transcribir unas 30, que haya una pieza más es noticia. Eso está en esto. Y otras muchas cosas, como el hallazgo de un bifolio de un antiguo misal impreso en Salamanca en la imprenta de Juan de Porras para la Diócesis de Ávila, el Misal Abulense, pero del que solamente se conserva un ejemplar completo en la Biblioteca Nacional. Es la prueba de que existía y lo han restaurado.
–¿Cómo es posible que pergaminos musicales acaben forrando libros de contabilidad?
–Y no solo de contabilidad. Incluso los mismos libros litúrgicos... ¡Y como parches de panderetas y plantillas para los pies!
–¡Qué dice!
–Lo que oye. Es un material que dejó de tener uso litúrgico, por la imprenta, por la desamortización de los conventos...
–Y como es muy resistente...
–...se empezó a aprovechar para reforzar otros documentos, como los contables del Simón Ruiz. Pero si se va a un archivo diocesano encontramos a lo mejor las actas capitulares encuadernadas de esa manera. Se renovaban los libros y ese pergamino quedaba inservible. Hasta cambió la estética. De la lectura de la música se pasó a los grandes libros de facistol, los cantorales, se leía directamente de éstos y aquéllos, más pequeños, dejaron de ser útiles. Y en algunos casos, hasta por el cambio de rito. Libros inservibles de la antigua liturgia visigótica ya no se sabía qué hacer con ellos. Los que se han conservado ha sido en aquellos lugares en los que había cierto amor por los libros, como los monasterios, que tenían sitio. Pero en las pequeñas iglesias, enseguida los renovaron. Independientemente de otros que hayan desaparecido por razones diversas.
JUAN CARLOS ASENSIO
–Es de imaginar que hubo una rapiña tremenda.
–¡Oh! Sí, sí. Hay varias piezas fundamentales del propio fondo que tratamos que están en bibliotecas extranjeras porque ha habido ventas, rapiñas... Las guerras napoleónicas supusieron un destrozo brutal. Y luego, la desamortización. Gran parte del fondo visigótico está en la British Library o en la Biblioteca de París. Incluso buena parte de ello lo vendieron los propios monjes para poder sobrevivir.
–Con la España despoblada, ¿qué cree que va a pasar con todo ese material documental que guardan las parroquias, antiguas casonas, palacios...?
–Sé que ha habido cierta centralización de archivos parroquiales, sobre todo precisamente por eso, para que no estén en lugares de acceso fácil a mucha gente. Recuerdo hace años haber estado en una iglesia, en un concierto de órgano, y directamente estaban libros interesantísimos de los siglos XV, XVII y XVIII a la vista de todo el mundo y cualquiera se los podía llevar. Seguramente lo que va a pasar es que todo aquello que no esté centralizado, y sobre todo catalogado e inventariado, correrá peligro. Si se conservan en los sitios con no mucho cuidado, claro que pueden desaparecer. Un libro que no esté inventariado es fácil de coger. No obstante, todo esto está ahora más controlado que hace años.
–¿Cabe deducir que no es demasiado pesimista entonces sobre la conservación de este tipo de patrimonio?
–No demasiado pesimista. Iniciativas como la exposición de Medina del Campo hacen que ese material se perpetúe porque está ya digitalizado, grabado, editado con sus fotos. La despoblación es terrible, pero mientras haya conciencia y una persona que considere que esto es importante, se conservará. Quiero pensar que no nos vamos a volver peores de lo que somos en esto, porque muchas veces lo abandonamos, pero lo mismo que hay conciencia para restaurar edificios, creo que va habiendo más conciencia cada vez en guardar este tipo de material.
–¿Por qué decidió un día dedicarse a la música y, posteriormente, a la investigación en esta materia?
–Estudié de pequeño en la Escolanía del Valle de los Caídos. Empecé a cantar con siete años, no solo canto gregoriano, sino también polifonía clásica. Y cuando salí de allí con 13 años, como todos los niños, harto de cantar y de misas, no quería saber nada de gregoriano, ni de curas. Pero entró mi hermano en la Escolanía y cuando fui una vez a verle, un domingo, después de años volver a escuchar aquello, que para mí era familiar, fue como una revelación.
–Le veo venir: con la edad...
–Con los años, cuando ya estaba estudiando música en el conservatorio, uno de los monjes me propuso dar clase a los niños y tuve oportunidad de ir a estudiar a la casa madre de muchos de los monasterios benedictinos españoles.
–Todo un privilegio vital, ¿verdad?
–Con 17 y 18 años pude estudiar con los mejores gregorianistas porque en principio yo iba como huésped para conocer cada monasterio. Seguí estudiando música, hice mi carrera como instrumentista y musicólogo y al terminar me di cuenta de que tenía una base enorme de conocimiento litúrgico, de canto y todo ello coincidió con que uno de estos monjes creó un coro con los antiguos escolanes, Schola Antiqua, que todavía existe: llevamos 37 años cantando y ahora lo dirijo yo.
–De privilegio vital en privilegio vital entonces.
–Soy feliz porque tengo lo que cualquier medievalista desea: un coro para experimentar lo que investigas y un coro que confía en mí.
JUAN CARLOS ASEnSIO
–¿Qué puede encontrar un joven en las disciplinas musicales que usted practica?
–Le voy a contar, por mi experiencia. Soy profesor en Barcelona en la Escuela Superior de Música de Cataluña, dentro del Departamento de Estudios Culturales y Musicales. Tengo unos cuarenta alumnos. Los que empiezan, con 18 años, cabría pensar al principio que no les interesa porque vienen de otro mundo, incluso de un mundo de un desconocimiento religioso terrible, de cultura general, no solo religiosa...
–No veo a dónde quiere llegar.
–Imparto clase no solo de Historia de la Música, sino también de Notación hasta el siglo XX, de Codicología, que es saber cómo están hechos los libros, y puedo asegurar que todo esto engancha a los más jóvenes, todo esto del mundo antiguo, en el que hay tanto que averiguar, que no todo es tan evidente. Porque ellos son instrumentistas, cogen una partitura de Beethoven, se sientan al piano y tocan. Sin embargo, aquí se dan cuenta de que necesitan otra serie de conocimientos y se les engancha fácilmente. Luego está que yo no veo mucha televisión, pero estoy al tanto de esas serie tipo Juego de Tronos que están ambientadas en un mundo hermético, que tiene mucho que ver con lo general y esto les engancha; claro, ojala fuera todo tan fácil, pero es que te encuentras con muchos problemas.
–¿Como cuáles?
–La falta de cultura religiosa, que es fundamental para entender esa música antigua; incluso la falta de cultura musical, porque les han enseñado la música desde una perspectiva muy moderna, que no ha sido la enseñanza de la música a través de los siglos. Y te encuentras con otros problemas de tipo general en gente que tiene rechazo hacia todo lo antiguo. Llevo 30 años impartiendo clase y he tenido algún sinsabor de alguien, pero mayoritariamente ha sido abrumador el éxito de hacer ver a la gente que esto es interesante.
–Dirige el coro Schola Antiqua. ¿Es rentable hoy salir con un coro a actuar?
–Tenga en cuenta que nosotros no vivimos de esto. No nos cuesta dinero porque, afortunadamente, tenemos tantos conciertos... De hecho en pandemia, en septiembre de 2020 retomamos y no hemos parado. Con mascarilla...
–¡¿Cantar con mascarilla?!
–¡Hombre! Sí, es muy incómodo, pero llevamos cantando con mascarilla más de un año. Y sí que es rentable actuar con el coro. Cantas cosas de tu propio trabajo, cosas que no ha cantado nadie en siglos. Hacer música juntos es un placer... Sí merece la pena, sí.
JUAN CARLOS ASENSIO
–¿Hay algo mejor para un musicólogo que recuperar una partitura y poder interpretarla con su propio coro?
–Pocas, pocas. Lo triste es recuperarlo y que se quede sin hacerlo.
–Con su bagaje, ¿en algún momento se ha parado ya a pensar qué quiere ser de mayor?
–Estoy implicado, y me gustaría implicarme más, en ayudar a las órdenes monásticas a que no pierdan su canto. Y de hecho estoy llevándolo a la práctica impartiendo clases desde hace tres años a los monjes de Poblet, en Cataluña, que están recuperando su canto cisterciense.
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