Las llamas avanzan en el término municipal de Abejera, en Zamora. José C. Castillo

El incendio de Molezuelas se perfila como el más devastador desde que España tiene registros

Los cálculos más recientes ya hablan de 39.714 hectáreas quemadas, que ahondan la herida histórica que el fuego deja en Zamora y León

Víctor Vela

Valladolid

Viernes, 15 de agosto 2025, 08:10

Los ojos de los satélites que sobrevuelan la órbita terrestre siguen muy de cerca lo que ocurre estos días en Zamora y León. A pie ... de monte, las llamas avanzan, la devastación es terrible, hay más de cincuenta pueblos y 9.500 vecinos que han tenido que abandonar su hogar. Y mientras allí arriba, la tecnología permite calcular la superficie arrasada hasta el momento. Los datos los aporta el Sistema de Información de Incendios Forestales de la Comisión Europea (EFFIS) y la última cifra ofrecida (este jueves por la tarde) es desalentadora.

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El perímetro del incendio de Molezuelas abarca 39.714 hectáreas y los expertos ya hablan de este fuego como uno de los más grandes, extensos y devastadores desde que existen registros en España (en el año 1968). «Es el incendio de mayor extensión jamás registrado en el país», dice Celso Coco, ingeniero forestal y responsable de una de las cuenta de X que mejor informa sobre gestión forestal.

Eso sí, la afirmación contiene un matiz: «A esta superficie habrá que descontar la superficie agrícola afectada, ya que la estadística de incendios forestales solo tiene en cuenta la superficie forestal». Así pues, habrá que esperar a que el fuego se extinga para conocer su verdadero alcance, pero los primeros indicios lo dejan claro. Está entre los más graves sufridos nunca en el país. «Entre los diez primeros fijo, entre los cinco, casi seguro». Y es muy posible que, finalmente, el nombre de Molezuelas (un pequeño pueblo con 87 empadronados) entre en la historia cenicienta de los incendios en España.

La Estadística General de Incendios Forestales (EFIG) que publica el Ministerio para la Transición Ecológica reúne todos los fuegos declarados en España desde 1968, con información sobre la superficie afectada e, incluso, las causas por las que se declararon las llamas. El más grave, hasta el momento, es el que a finales de julio de 2004 se declaró en las Minas de Río Tinto y arrasó 29.867 hectáreas de las provincias de Huelva y Sevilla. En segundo lugar está el que en 2012 carbonizó 28.879 hectáreas en Cortes de Pallás (Valencia), un fuego que casi coincidió en el tiempo y el terreno con otro de los diez grandes incendios, el de Andilla (con 20.065). Esta conjunción desgraciada también se dio en Zamora en 2022, cuando ardieron 26.182 hectáreas en Losacio y otras 24.074 en Riofrío de Aliste.

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A la espera de saber qué puesto ocupará finalmente el actual incendio de Molezuelas, lo que está claro es que las llamas se ceban de nuevo con las provincias más castigadas por el fuego en Castilla y León. La estadística de la Junta para los diez últimos años (entre 2015 y 2024, sin contar con lo que llevamos de 2025) dice que el 36,8% de las hectáreas de superficie forestal arrasadas en la comunidad se encuentran en Zamora. Son, de momento, 72.031. Una vez incorporados los registros de este 2025, tal vez se superen las cien mil (si es que este incendio de Molezuelas no incluye mucha superficie agraria). León, que también sufre estos días los destrozos que ocasionan las llamas, acumula 52.674 hectáreas. Y Ávila, con 37.299 se encuentra en tercera posición.

Aquí influyen mucho, claro, los graves incendios que en los últimos años han asolado estos territorios. Además de los de la Sierra de la Culebra en 2022, el historial de fuego incluye desgracias recientes en Sotalbo (Ávila), con 21.139 hectáreas en 2021, en Castrocontrigo (León), donde las llamas se comieron 11.592 hectáreas en 2012, o Encinedo (también en León), con 9.821 hectáreas en 2017.

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Después de dos años con el monte y los bosques tranquilos, el medio natural vuelve a sufrir en este 2025 un desgraciado verano de incendios, que se suma a los de 2022, 2005 o 2012 (en cuanto a superficie forestal afectada).

¿Se pueden evitar este tipo de incendios? Celso Coco reconoce que es difícil contestar de forma rotunda a esta pregunta. «Siempre va a haber incendios, eso es inevitable. Lo que sí que podemos reducir es su virulencia. Y eso se consigue con una buena gestión del territorio». El experto forestal explica que hay dos grandes causas que sirven de combustible. La primera son las condiciones meteorológicas. Y las de este verano se presentan como especialmente complicadas. Llevamos ya doce días inmersos en una de las olas de calor más extensas y extremas desde que existen registros, con altas temperaturas, mucha sequedad y, durante las últimas jornadas, además, rachas de viento que hacen que sea más difícil la extinción. Pero hay otro factor implicado en el rápido avance de las llamas: la continuidad en la vegetación. Y ahí sí que se pueden tomar medidas. «Es necesaria una gestión del territorio que fomente el paisaje de mosaico, con zonas donde la vegetación disminuya. Hay que acometer una gestión forestal, con una planificación eficaz que, además de evitar incendios, pueda servir para generar una economía en torno al monte», indica Coco.

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En una línea similar se expresan desde el Colegio Profesional de Geografía de Castilla y León. «No caemos en el falso debate entre prevención y extinción porque ambas tareas son complementarias y necesarias. Sin embargo, la confluencia de una enorme proliferación de combustible en el monte y el abandono o disminución de las labores agrícolas o ganaderas es una convergencia letal que conviene afrontar con un refuerzo de las ayudas públicas para apagar en primavera parte de los incendios del verano». Los profesionales de la Geografía, que son expertos en gestión territorial, insisten en que «hay que dedicar presupuestos mayores a acciones silvícolas, de desbroce y limpieza». Además, subrayan que «en episodios de esta magnitud se pone de manifiesto la insuficiencia de los medios humanos». «Cuando terminen los incendios, habría que replantear la distribución de medios de extinción y su reparto territorial por las distintas administraciones», indican desde el Colegio Profesional de Geografía, que también reclama «una planificación técnica más inclusiva y cooperativa». También el Colegio Oficial de Ingenieros de Montes evidencia que las altas temperaturas del verano han sido una cerilla que cae sobre «un problema estructural mucho más profundo: el abandono rural y la insuficiente gestión forestal».

Y a este cóctel se une una realidad terrible. La mayoría de los incendios registrados en Castilla y León entre 2015 y 2024 son intencionados. Lo dice la estadística de la Junta. En concreto, la acción humana está directamente implicada en 7.778 siniestros (el 57,15%). Por detrás (3.881) están las negligencias y causas accidentales. En 1.133 el origen se ha comprobado que se encontraba en causas estrictamente naturales (la caída de rayos). Y a esto se añaden 630 fuegos de origen desconocido y 188 fruto de la reproducción de otros ya existentes.

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